30 de abril de 2018

Especial del Día del Niño (Atrasado xd) + Disculpas + Preguntas & Respuestas a personajes (Q&A)

Especial del Día del Niño atrasado xd


La infancia de Meta Knight
(Capítulo 1-2)

Final: 10 años

(Esta historia será narrada en versión humana, si xd, es que pues me da flojera investigar cómo narrar en su forma original, aparte estoy más acostumbrada a narrar de esta manera, así que, comencemos) Podría tomarse como un two shot, pues habrá dos partes de esta historia (obviamente la segunda es lo siguiente a los 10 años de edad.)

Advertencia: Se puede tomar tal y como un AU (Alternative Universe), pues así es como yo me imagino la infancia. Se toman personajes del anime “Hoshi no Kirby” (o su traducción al español “Kirby de las estrellas”, cambian muchas cosas. También, se encuentran personajes creados por mí, como es el caso de Natalia (bueno, realmente no cree yo al personaje xd, si no que su verdadera creadora es la señorita “Guitarra estrellada” dueña del blog “Meta Knight y Natalia blog”, pueden pulsar el nombre para ir directamente al blog; yo sólo cree su vestuario, ataques y clan. Bueno, sin más que decir ¡disfruten!

“Crecí rodeado de un ambiente cálido, amoroso, protegido por brazos ajenos, esperando por mi defensa…recuerdo, una sonrisa verdadera, un dulce “¿cómo amaneciste?”, cálidos abrazos inesperados, amistades irrompibles….recuerdo…una infancia feliz…” 

La ventana de su cuarto, rodeada por costinas color morado estaba abierta. Yacía dormido plácidamente en su acolchonada cama, cubierto por sábanas tan blancas como las alas de un ángel. Su rostro tapado con las mismas, con el propósito de seguir descansando más tiempo. Esperaba con ansias como todos los días la llegada de su madre, tenía la esperanza de que regresara, escuchar de nuevo su dulce voz pronunciando “Buenos días, querido”. Poseía múltiples dotes a pesar de su corta de edad, tales como cocinar, limpiar, entender fácilmente lo que se le pide entre otros. Su lectura era tan fluida como la de un joven de al menos 15 años, al igual que su cálculo mental. Uno de sus cortos cabellos azulados entró cual bandido en su boca, haciéndolo despertar. Lo primero que hizo al levantarse fue escupir el molesto cabello para después, tallar sus sublimes ojos aperlados con sus manos. Por un momento quería volver a la cama y seguir descansando, sin embargo, el estruendoso ruido de su puerta abriéndose le detuvo. Volteó tras de sí con el propósito de ver quién había abierto la puerta de aquella manera, encontrándose con su hermano mayor, un joven de pelo rosado, ojos azules cual cielo y piel blanquecina.- ¡Kirby! ¡Buenos días! –Una sonrisa sincera iluminó los labios del menor.  

-Buenos días…-Las palabras de su hermano no tenían mucho ánimo, lo cual preocupó al más pequeño.- Oye…cuándo piensas pararte, tengo hambre –Aquello lo tranquilizó, al menos no era nada grave, más que el hambre de su hermano “Dame cinco minutos, luego, podré prepararte lo que quieras”  Ahora que lo pensaba, parecía ser el hermano mayor, y no el menor. Los jóvenes rayos de sol entraron por la ventana del cuarto, iluminando a ambos jóvenes con su resplandor, como si los estuviese uniendo ante cualquier adversidad.- ¡Gracias, Meta! –Nuevamente, la puerta fue azotada de manera impetuosa, creando el mismo ruido con el que fue abierta  hace unos instantes. Ahora, el peli-azul yacía en la orilla de su cómoda cama, listo para cocinarle a su hermano, no sin antes completar su rutina diaria, buscar el frío del piso con sus pequeños pies de algodón. Una sensación sin comparación, amaba sentirla. Bajó con toda la presteza posible hacía la cocina, donde lo esperaba sentado en una silla, su hermano mayor, Kirby. 

-Recuerdo…que nuestra madre nos hacía algo especial cada domingo ¡Por lo que eso mismo haré!...pero…qué haré…-Miró a su hermano, quien ahora buscaba algo de comida en el refrigerador.- Kirby… ¿alguna idea?....- “Pollo asado” ¿En serio? ¿Para desayuno?, al joven oji-perla le pareció algo estúpido cocinar aquello a esas horas de la mañana. Lo haría sin chistar si fuesen al menos las cuatro de la tarde ¡Pero apenas eran las once y media!  Cosas por las que odiaba a su hermano era su apetito voraz y ser un maldito berrinchudo si sus peticiones no se cumplían. – Kirby….son las once y media ¿no crees que deberíamos comer algo más sencillo?, no sé…como unos huevos estrellados o un simple plato de cereal –Intentaba decírselo con todo el cuidado posible, evitando que su hermano se pusiese a llorar, lastimando sus oídos más de lo que ya. El peli-rosa quedó  mudo algunos instantes, como si estuviese sopesando lo que el menor le había dicho. Se había resignando por primera vez en su vida a yantar algo que no deseaba con todas sus fuerzas, por lo que asintió levemente con la cabeza. Meta quedó confundido ¿Acaso se había resignado tan fácil a no comer lo que deseaba? o sus explicaciones habían funcionado verdaderamente bien como para convencerlo.- Bueno…haré unos huevos estrellados –Aún seguía confundido, formulando respuestas ilógicas a la situación.- ¿Cuántos quieres?....-Kirby hizo un “3” con sus dedos, indicando el número. El oji-perla asintió con la cabeza, yendo directamente al refrigerador y sacar los huevos de este. Tomó un sartén pequeño, una caja de cerillos, un banquito y finalmente, el aceite. Subió al banquito, para después encender un cerillo, prender la estufa, colocar el sartén con aceite (no mucho por supuesto) y esperar un rato para poner el huevo, evitando que se pegase en el sartén. Algunos minutos más tarde sirvió el huevo en un plato, para después dárselo a su hermano.- Espero te guste…ahora si me disculpas, tengo que ir a estudiar –“El examen es el lunes, además, no creo que necesites estudiar, eres un sabelotodo” La verdad, que aquellas palabras alagaron mucho al pequeño.- Bueno…sólo sé que no se nada…-El joven peli-azul guiñó un ojo, para después, subir a su cuarto decidido a estudiar, dejando más que confundido al peli-rosa con su frase. Al llegar, tomó uno de los muchos libros de su estante, dio un salto para subir a su cama y comenzar a leer con toda tranquilidad. La historia era una de las materias que más despertaba su interés, más concretamente en el tema de la creación de los clanes. El “Knight” era uno de los pocos clanes antiguos que aún existían en la actualidad. Al poseer el nombre “Knight” casi al instante podrías ser un caballero de la guardia real…y eso, era lo que siempre soñaba el joven Meta, convertirse en el mejor caballero de su generación, siguiendo los pasos de su madre, Kristalym. Suspiró pesadamente mientras leía con atención, sabía que la materia de historia aún no se veía en su grado, sin embargo, disfrutaba de aprender cosas nuevas mediante la lectura (si mis niños, leer veinte minutos al día te hará ser tan envidiado como nuestro querido Meta (¿).- ¿Cuándo volverás mami….? –No quería que aquellas lágrimas cristalinas saliesen de sus ojos, debía ser fuerte, tal  y como un caballero. Limpió suavemente sus lágrimas con una manga de su pijama, después, siguió leyendo como si nada.- Es como el ajedrez…los peones siempre se mueven hacía delante, nunca pueden ir hacia atrás…bueno, después de todo jugar ajedrez sirve –Su tono era correspondiente a su edad, un infante que aún no conoce las cosas crueles de la vida, el destino tan brutal que le espera, la desesperación que anhela dejarle sin salida…aunque…quizás conocía parte de esto.- ¡Debo de ponerme a estudiar! ¡No puedo distraerme tan fácil!...rayos, pero lo dejé en una parte interesante…-Sopesó algunos instantes en su siguiente movimiento. Una opción sería seguir leyendo hasta terminar el libro (lo cual le tomaría al menos todo el día, dejando de lado el comer etcétera) o dejar el libro y ponerse a estudiar (lo cual también le divertía). Miró el libro que sostenía en sus manos, quiso cerrarlo pero…algo le detenía.- Sólo un ratito más y ya –El joven peli-azul confiaba mucho en sí mismo, por lo que se detendría cuando pasase ese “ratito”. ¿Cuándo se acabaría ese ratito? pues, lo más seguro es que no dejaría de leer hasta terminarse el libro por completo. Pasaron los segundos, los minutos, las horas, que para el pequeño se le hacían muy poco tiempo, tanto para leer como para divertirse con la lectura. Se hubiese seguido así toda la bendita tarde si la voz de su hermano mayor no lo hubiera interrumpido “¡Meta! ¡Ya es la hora de comer!” ¿Ya eran las cuatro?, vaya que  había llevado su gusto por la lectura a niveles exagerados…demasiado.- ¡¿Las cuatro?! –Su voz contenía un tono exaltado, cerró el libro con toda la presteza posible, salió de su cama y abrió la puerta, encontrándose con su hermano, quien estaba cruzado de brazos.- Je je….esto… ¡En un momento estará la comida! –Rascó su nuca con nerviosismo, dedicándole una sonrisa igual de inquieta, esperando la respuesta siempre indiferente de su hermano cuando se olvidaba de cocinar. El joven peli-rosa se limitó a asentir levemente con la cabeza, para después, bajar a paso lento por las escaleras con dirección a la cocina. Meta suspiró aliviado, al menos, no había recibido una respuesta fría cuan invierno por parte de su hermano. El día pasó rápido, incluso, más rápido de lo que el joven oji-perla llegó a pensar. Cenaron, como siempre solos, apagando poco a poco la fe de que su madre volviese algún día. Oír nuevamente su voz sesga, su cálida mirada…esos lindos momentos se iban haciendo polvo que el viento arrastraría con el paso del tiempo. Abrió la ventana de su cuarto, haciendo que en sus hermosos ojos aperlados, se reflejase la luz proveniente de la sublime luna. Lanzó al aire como toda las noches un soplido directo hasta aquel astro. Se decía, que si soplabas un deseo hacía luna se cumpliría casi al instante pero…él llevaba casi dos años realizando el mismo ritual cada noche, su fe nunca desaparecería, no descansaría hasta saber lo que había pasado con su madre….o al menos eso creía. Su rutina se volvería a repetir, llegar con ánimos hasta el cielo a la escuela, saludar a sus maestros con el máximo respeto, destacar en todas y cada una de las clases, un sueño en la vida real ¿cierto? sin embargo, para el joven peli-azul era una maldita pesadilla. El recreo, una de las partes favoritas de todos los niños, donde podían descansar de las “odiosas clases”, pero…para Meta no era así. Era la peor parte del día, le tenía miedo, salir a jugar con los demás, relajarse en las afueras del salón leyendo un libro de historia u otro…no quería, por lo que prefería quedarse sólo dentro del aula. Aunque, sabía que si sus abusadores le encontraban…le iría peor. Tenía marcas en la espalda por culpa de los múltiples azotes hacía la pared por parte de sus abusadores, le dolían…y mucho. Debía de disimular que todo estaba bien, dedicando una sonrisa “sincera” a quien se le pusiese en frente, evitar preocupar a los demás…protegiendo a sus atacantes con capa y espada. Al recordar aquello, diminutas lágrimas cristalinas caían hacía sus mejillas, llamando la atención de su maestro, quien rondaba por las filas vigilando que se estuviese haciendo el trabajo. “Meta ¿Te encuentras bien?” El nombrado limpió con presteza sus lágrimas, al poco tiempo, contestó con una voz algo cortada.- S…Sí, n…no se preocupe –Le sonrió, intentando que el tema se desvaneciese. Era muy difícil vivir con miedo, con abusos, con golpes, con desprecio, con odio... ¿lo peor?, no poder defenderse. Aunque no todo iba tan mal, a veces, tenía la suerte de ser defendido y no por cualquier persona, si no, por nada más y nada menos que el amor de su vida, Sirica (Si, los shippeaba ¿Y? okno XD, ya explique porque tanta pendejada, es una historia diferente a la normal XD). Siempre se interponía antes de que pasase a mayores, le hacía suspirar…ah, como la amaba, incluso, estaría dispuesto a dar su vida por ella si se le diese la oportunidad, pagándole todas las veces que le defendió, convirtiéndose en su héroe…vaya que el joven peli-azul soñaba demasiado. Siempre le pedía a la luna el poder convertirse en alguien lo suficientemente fuerte para protegerse así mismo, no depender de nadie, evitar que los demás se preocupasen por él…pensaba…que simplemente soñaba demasiado, que sus anhelos estaban a años luz de llegar a cumplirse, derrumbándolo por completo. Que la tan famosa “escalera del éxito” para él…sería lo contario, el barranco de la perdición. Era anormal el día en el que no salía una sonrisa de sus labios, gritos de felicidad infantil, inocentes pensamientos propios a su edad…pero… ¿por qué debía fingir? Sabía que aquel lugar a donde su madre había ido era muy peligroso…la guerra. Su madre, le enseñó a tomarla como un ajedrez; ella, junto con los demás caballeros eran los caballos, las torres, los alfiles. Los campesinos tomaban el lugar de los peones, pues si los guardias no se encontraban para pelear, ellos lucharían por su reino. El rey debe ser protegido, la dama, la pieza más fuerte en ajedrez. Su corazón se rompía en pedazos al tomar en manos la última carta que su madre le escribió. Leerla era una tortura, como si recibiese múltiples latigazos, tan fuertes que le rasgaban la piel, derramando ese líquido con sabor metálico de nombre sangre. ¿Por qué debía esconderle todo a su hermano? tarde o temprano tendría que enterarse. Cargaba con mucho en sus hombros, debía ser alumno, niño, adulto, padre, cuidador…era demasiado para él. Sin embargo, debía aparentar que podía, que nadie le derrocaba tan fácil, que sus sueños estaban a la vuelta de la esquina pero…no era así. Su único refugio era la lectura, historias que le ayudaban a salir de aquella horrenda realidad, recibiéndole con los brazos abiertos, acompañados de un cálido abrazo, casi tan amoroso como el de su madre, cuando oyó su voz entrecortada por última vez, cuando observó sus radiantes ojos llorosos, cuando al fin supo, como era la sensación de soledad. Al salir de la escuela no había día, fuese lluvioso o caluroso, donde no fuese a recostarse en su árbol favorito a descansar tranquilamente. “Tuyuki” era el nombre que el joven peli-azul le había dado, proveniente del Otome (Si, es una especie de Otomí por los que se preguntaban xd a causa del nombre si no sabes que es la lengua otomí no eres de México, o del centro de este, cualquiera de los dos xd.), traduciéndose literalmente como “Tranquilo/Sesgo” donde podía leer y disfrutar de su vida…o al menos lo que restaba de ella. Era como si le gustase sufrir, que sus ojos desembocaran lágrimas de dolor intenso, pues siempre traía en algún libro la carta de su madre, con el propósito de no olvidarla, como su hermano lo hacía lentamente. Danzaban suavemente las hojas de aquel árbol, gracias a la ayuda del viento silbante; movía de manera breve sus frágiles ramas, causando de vez en cuando un crujido, indicando que una había roto, cayendo al suelo casi instantáneamente. El trinar de los pájaros, el río lleno de sus sesgas aguas, peces jugando en su hogar, saltando como niños en un parque, para caer de nuevo al agua, líquido cristalino, incluso  más preciado que un diamante, del cual si su uso es excesivo, podría comenzar una escasez de este, ocasionando una guerra por la más mínima gota de este preciado líquido. Las mariposas revoloteaban felizmente cual pareja enamorada alrededor de las múltiples flores, hermosas y brillantes, sublimes, colores bellísimos…como un sueño. Leía tranquilamente un párrafo de su libro favorito titulado “Licantropía” este libro realmente existe, se los recomiendo muchísimo, aunque sólo hay tres capítulos actualmente, es genial la forma en la que se narra la historia “Antes de poder llegar a los pueblos de las montañas del sur, debes de cruzar una planicie casi interminable, donde el cielo se abre para mostrarle a la nada sus estrellas, donde solo un árbol ha crecido allí, donde existen millones de advertencias escritas sobre maderas clavadas, para evitar muertes innecesarias; aquel lugar es la conexión con las montañas del norte, la manera más corta y rápida, que nadie, por miedo a morir utiliza, salvo un solitario perro negro, quien flacucho se tambalea como si su vida se estuviera extinguiendo.” El acompañamiento musical proveniente de sus alrededores, le hacía sentirse en aquellas tierras, como si estuviese pateando sus fuertes piedras, caminando sobre las extensas veredas, contemplando el “adiós” del sol y el “hola” de la luna asomándose por el horizonte. Se hacía cada vez más interesante, por lo que era casi imposible que el joven Meta se despegase de su libro tan siquiera un segundo, pero…un ruido causó lo que nunca se creyó. Un fuerte grito proveniente de una voz conocida le hizo sobresaltarse, cerrando su libro con presteza y mirar por las orillas del árbol. Era nada más y nada menos que su hermano mayor, Kirby, quién yacía acorralado de espaldas a un árbol, amenazado por un trío de chicos con aparentemente su misma edad. Dejó su libro recostado en el verdoso pasto. Sabía perfectamente que su hermano no conocía la “defensa personal” por lo que sus problemas se los tomaba con calma, pensando que nadie le haría nada pero ahora…Corrió con toda la presteza que su cuerpo le permitió alcanzar, llegando en menos de lo que esperaba al lugar del asunto. Ahora veía con más claridad a los atacantes de su hermano, un joven de cabellos violetas al igual que sus ojos, otro de cabellos plateados, igualmente sus ojos, y finalmente, un castaño de radiantes ojos amarillos; todos de piel blanquecina. No podía darse la libertad de quedarse como idiota viendo la escena, aún no pasaba a mayores y su mente ya empezaba  imaginarse la pelea con lujo en los detalles. Tomó aire y valor, para después gritar fuertemente.- ¡Déjenlo en paz! ¡Si se meten con él se meterán conmigo! –Su determinación le dictó cada una de aquellas palabras que pronunció. El trío de chicos le observó por un segundo, interrumpiendo su ataque en contra del peli-rosa. “Vaya vaya… ¿A quién tenemos aquí?, al menor mayor de este estúpido” –Una risilla incómoda salió de los labios del peli-morado. ¿Por qué siempre le confundían con el hermano mayor?, aunque a la mayoría quizás le gustase, a él le incomodaba, y demasiado. Retrocedió algunos pasos, tomando una posición de lucha. “Así que el niñito quiere pelear, pues bien, haré tus deseos realidad” Sus dedos produjeron un “crack” al ser doblados. Se acercó lentamente al joven peli-azul, haciendo que este empezara a sentir miedo. Pensaba “¿En qué me he metido? Debí quedarme leyendo el libro pero…Seguramente Kirby hubiese salido lastimado seriamente” Sentía inseguridad, temor, deseos de correr, al igual que determinación, valentía, deseos de gritar “lo haré”. Sus brillantes ojos aperlados relucieron como nunca antes lo habían hecho. Cuando el rostro de su atacante estuvo lo suficientemente cerca de él, lanzó un golpe, haciéndole caer, incluso, que de su nariz se fuesen derramando pequeñas gotas de sangre. Ahora debía lidiar con el peli-plata, quien se iba acercando con presteza, se hizo a un lado antes de que llegase y le golpease. Su segundo atacante cayó al suelo igualmente gracias a la velocidad que poseía en aquellos momentos. El último de ellos, un joven castaño fue retrocediendo cada que se intentaba acercar. Se veía a simple vista que era alguien nervioso, inseguro de sí mismo, que tenía la necesidad de protegerse bajo el ala de otros. Antes de que pudiese hablar siquiera y preguntar su estado, el joven castaño respondió tímidamente. “N…No me h…hagas daño...por favor…t…tu hermano nos debe algo” Miró al peli-rosa, buscando alguna respuesta en su mirada. Cuando quiso acercarse a este y aclarar las cosas, recibió un fuerte golpe en la espalda, al parecer proveniente del codo de su segundo atacante, el peli-plata, haciéndolo caer al verdoso suelo. “¡Taranza, basta!, él no tiene la culpa, no sabe lo de su hermano…” Su voz aún contenía esa timidez, sin embargo, eso no le impidió en lo absoluto defender al pequeño oji-perla. Kirby seguía viendo atónito la escena, gracias a su estupidez e irresponsabilidad, su hermano recibió golpes que ni siquiera merecía. “¡No es mi culpa que se meta en donde no lo llaman!” Pronunció el peli-blanco en  defensa propia. Tanto el peli-morado como el oji-perla iban levantándose lentamente del suelo, para después recobrar su postura inicial.- Kirby…-Habló con suavidad a causa del fuerte golpe que había recibido.- Qué problemas son los que ellos mencionan –El nombrado quedó en shock algunos instantes ¿Qué le contestaría?. Era extremadamente difícil convencer a su hermano a base de mentiras, pues reconocía los diferentes tonos de voz con los que pronunciaba sus palabras.- ¡Kirby! –Exigió una respuesta. Su tono sesgo se había ido a la mierda, le importaba un carajo si soltaba alguna grosería, quería saber respuestas coherentes, sin mentiras, sinceras, aunque eso fuese casi imposible. “Y…Yo…rompí uno de sus juguetes” Contestó tartamudeando casi al instante.-Kirby…-Ahora, su tono era uno más comprensivo, como si fuese un padre tratando de hablar con su pequeño hijo. “Bueno… ¡Muchos! ¡Ya, lo dije!” De sus hermosos ojos zafiro comenzaron a resbalar hasta sus mejillas pequeñas lágrimas cristalinas, desatando lentamente su culpa interna, al igual que pedía disculpas.- Kirby…-Se acercó a su hermano, para después, darle un cariñoso abrazo, el cual su contrario correspondió casi al instante.- Debes irte…se hace tarde…yo…debo de arreglar mis asuntos –Esta vez, el joven oji-zafiro obedeció sin regañadientes a su hermano, yéndose se aquel lugar, dejando a su hermano junto con el trío. Se aclararon las cosas, eventualmente, llegaron las disculpas, el olvido del rencor, las risas, las carcajadas locas, las tonterías…y finalmente, la amistad. Las horas habían pasado tan rápido, que ni siquiera notaron que la noche había llegado a gobernar el cielo. El manto estelar era tan cálido, de hecho, la noche no era helada como de costumbre, la oscuridad se había hecho su amiga, el silencio su confidente, el eco su respaldo…tan hermoso. “Mi nombre es Marx” Pronunció el peli-morado con un papel en su nariz, con el propósito de contener la hemorragia de hace algunas horas. “Taranza…mucho gusto” Hizo una leve reverencia, aquel peli-plata era muy educado considerando su corta edad. “Me llamo Maglor” El tono tímido del pequeño castaño no se hizo esperar a salir cuando pronunció su oración. Finalmente, llegó su turno de presentarse ante sus nuevos amigos “Meta…para servirles” Habló tratando de imitar el tono formal del peli-plata, quien sonrió levemente ante aquella imitación. Estrellas luminosas decoraban la escena, marcando en el libro del destino el comienzo de una hermosa amistad. Inseparables ante las adversidades, siendo superadas gracias a sus múltiples locuras, estupideces justificables para su edad…toda una vida por disfrutar entre los cuatro…y quién diría que gracias a una pelea se crearía tal amistad. Pasaron los días, las semanas, los meses, ¡incluso los años! y aún la amistad no se quebrantaba. Contenía malos momentos claro está…pero ellos supieron arreglarlo, como si de unos expertos se tratase. La pubertad había llegado antes de lo que esperaban, por lo que el amor llegó a sus corazones…o al menos de dos. Durante una de sus pijamadas, o como ellos les llamaban “reuniones nocturnas” charlaron sobre sus amores, sus deseos con ellos, una telenovela escrita…vaya que tenían imaginación.- Pinches flojos ¡Despierten! –Apenas se había levantado y ya comenzaba a enojarse con sus compañeros. Pero era justificable, la noche anterior no descansó ni una mísera hora, y siempre que pasaba eso, despertaba de un humor horrible. Tallaba suavemente sus ojos aperlados, mientras retiraba la sábana blanca que cubría la mitad de su cuerpo. Bajo esta, se encontraba aún dormido plácidamente el más perezoso de los cuatro, Marx. A la edad de diez años podían entender a la perfección lo que era “levantarse temprano”, sin embargo, la pereza puede con todos. Incluso con el joven peli-azul. Quería levantarse de la cama, caminar un rato por la habitación, para luego leer algunas horas. Pero algo se lo impedía, era…como si su lado “flojo” comenzase a dominarle. También, tenía en mente ir a “Dansei kikan” Una especie de instituto especialmente para la preparación de caballeros. Era algo loco el pensar en que una persona tan joven como él podría llegar a ser un miembro más de aquel instituto pero…se vale soñar. Quería convertirse en el caballero más joven de entre todas las generaciones, hacerse historia, ser reconocido…pensaba que simplemente se entusiasmaba demasiado. Al final, se decidió por levantar a todos sus compañeros con golpes, pues lo más seguro es que se quedasen toda la bendita tarde durmiendo aún, olvidándose por completo de siquiera comer. Iban cambiándose para acompañarle al instituto aquel, cuando de pronto, se percataron de algo…la casa estaba en un completo silencio. Era extraño que estuviese tan silenciosa, tal y como una noche tranquila. Quizás lo sería si cada uno estuviera en su respectiva casa, separados de los tres restantes, sin embargo, en esta ocasión estaban los cuatro jóvenes. ¿Acaso un milagro o hechizo habría hecho de las suyas? Eran demasiado ruidosos y “desmadrosos” como para dejar una habitación silenciosa por un prolongado lapso de tiempo. Como siempre, Marx fue el último en salir de la pieza gracias a su pereza. Ahora, yacían caminantes bajo el hermoso cielo siempre azul, iluminados por los tiernos rayos de sol. Sus pasos resonantes mientras saltaban y conversaban entre sí, emocionados por que su compañero cumpliese su tan anhelado sueño. Gritando su emoción sin la más mínima pizca de miedo a ser tachados como locos, bromeando intentando hacer enfadar a sus contrarios. Su ánimo se encontraba volando por los aires, aún el más nervioso e inseguro de los cuatro estaba alocado en esos momentos. Meta, como normalmente, se encontraba observando sosegadamente las “estupideces” que interpretaban sus amigos. “Tú deberías ser el más emocionado, idiota, pero sigues con tu pinche seriedad pendeja” Decía sin alguna muestra de vergüenza el joven de ojos púrpura.- Estoy emocionado –Dirigió su sublime mirada aperlada a la de su compañero.- Sólo que no lo demuestro de la forma en la que ustedes lo hacen –Se justificaba con cualquier “tontería” que se le viniese a la mente en ese mismo momento. A lo largo del tiempo fue haciéndose una persona más seria, educada y paciente, por lo que no era de esperarse su actitud “adulta”, como Marx se refería a la seriedad del peli-azul. Luego de un largo recorrido, llegaron bastantes cansados a su destino, el instituto Dansei Kikan. Los ojos del joven Meta brillaron como nunca lo hicieron jamás. Su emoción comenzaba a desatarse, tanto, que ni siquiera esperó a que sus compañeros le siguiesen el paso, sólo corrió hasta entrar. Era más grande de lo que imaginaba, paredes casi tan resistentes como los de un castillo real, ventanas relucientes al sol, campos de entrenamiento aún más grandes que como los demostraban en las películas, era más que un sueño para el joven peli-azul.- Dansei Kikan…¡Estoy en Dansei Kikan! –Comenzó a gritar y saltar de la emoción, era demasiado para él, casi inimaginable que estuviese pisando las tierras de aquel instituto tan reconocido, recorriendo sus pasillos, tocando las paredes, observar con máximo detenimiento sus bellos alrededores…tan perfecto. Tales fueron sus gritos, que llamaron la atención de algunos caballeros en su entrenamiento, por lo que fue rodeado de miradas. Les admiraba pero ahora comenzaba a sentirse incómodo. Retrocedió lentamente hasta la salida, cuando de pronto, su espalda tocó algo metálico, algo así como una armadura. Y sí, tocó una armadura, pero no cualquiera; al voltear tras de sí, se encontró con la mejor caballero hasta ahora, la mujer que había destacado entre otras, convirtiéndose así en la directora de aquel instituto, Garlude. Su madre fue entrenada por ella, por lo que también fue una caballero distinguida.- S…Señorita Garlude… -Su voz había cambiado drásticamente de un tono alegre a uno abatatado. “¿Cuál es el motivo de tu vista?, ¿es acaso para una entrevista?” Era tan sesga, alguien respetable, como un buen caballero debe ser.- N…No…vengo a pedir su ayuda para ingresar al Dansei Kikan…-Apenas alcanzó a terminar su frase, cuando de pronto, comenzaron a oírse carcajadas por parte de Garlude. “¡Tienes que estar bromeando! ¿Cómo puede ser que un niñato como tú pueda estar en este instituto? ¡No me hagas reír!” Aquellas palabras enfadaron al joven oji-perla. Podría recibir regaños, maldiciones, palabras de odio, e incluso bromas pesadas, pero las palabras pronunciadas por la directora le dañaron demasiado, sin embargo, no podía quedarse en silencio como un imbécil, y así lo hizo, contestó.- Sin ofender, pero no sé si sabía que soy el hijo de su alumna más reconocida…Kristalym –Quería darse a conocer, y gracias a su madre podía lograrlo…o al menos un poco. Ante sus palabras pronunciadas ganó la atención de Garlude, quien le miraba sorprendida. “¿Eres Meta?...”. El nombrado sonrió victorioso.-  Ese mismo…-Tenía un pase gratis a su sueño gracias a su madre, y claro, para agradecerle por el favor tan grande, le haría sentirse orgullosa de él…donde quiera que estuviese. La joven peli-blanca tosió disimuladamente, para después recomenzar a hablar. “Creo…que puedo hacer una excepción contigo…si eres como tu madre seguro lograrás ser el mejor caballero de tu generación…o incluso arrebatarme el lugar, sólo no te hagas muchas ilusiones ¿bien?” El joven peli-azul asintió emocionado, no podía creer que ahora era miembro de Dansei Kikan ¡Era increíble!; de sus labios, salió una hermosa sonrisa aperlada como su mirada, indicando que su emoción estaba por los aires. Se ilusionaba fácilmente, y aquella vez no fue la excepción, imaginándose como sería de caballero, envidiable, fuerte, valeroso, el mejor de su generación e incluso de las anteriores, enorgulleciendo a su madre… a la persona que más quería en este mundo, que murió protegiéndole, tanto a él como a su futuro, la heroína perfecta de su cuento. Después de algunos minutos, ambos llegaron a una especie de jardín, decorado por las más hermosas y sublimes flores del reino. El viento susurrante que las hacía bailar, los hermosos  pájaros trinando de alegría. Meta daba vueltas entre los árboles, observando sus tiernos frutos que aún no eran comestibles. Era tanta su emoción en aquellos momentos, que por no fijarse en donde dio su siguiente paso, tropezó con una piedra escondida entre el verdoso pasto, haciéndole caer de bruces. “Oye niño, levántate” La voz de Garlude aún no se despegaba de su sesgo e indiferente tono. El joven se levantó lentamente, sobando con una de sus manos la zona del golpe. “Tu primera lección, será conocer tus alrededores…ahora, siéntate” Meta obedeció casi al instante. Tocaba con sus manos el pasto verdoso, sintiendo con ellas la sensación de aridez. “Cierra tus ojos, y deja que tu mente entre en acción” Y así lo hizo, cerró sus ojos aperlados, extinguiendo lentamente su brillo tan característico. En su mente todo era tranquilo, el sonido del ambiente, ayudando a que sus fantasías tuviesen ese toque “realista”…tan sesgo…pero…algo lo arruinó.- mmm, huele a pan –Su tono de voz se tornó a uno juguetón, digno de su edad. Pero…digamos que a la “Señorita Garlude” no le hizo mucha gracia, por lo que recibió un golpe de su parte, indicando que se concentrase. “¡Idiota! ¡Concéntrate! ¡Un caballero siempre debe de estar concentrado!” Aquel golpe le dolió, pues no se lo esperaba en ningún momento.- Esto será muy difícil…-Pensó.

Continuará…

1/2 

AYYY perdón por el retraso ;-; pero en serio que estuve muy ocupada, me fui a concursar a un examen en el cual pues no salí tan mal xdd y todo eso…pero ¡Aquí está! :D de hecho son 11 páginas, por lo que me esforcé en traerles una más uwu(¿ Pero weno, sin más que decir, ¡comencemos con las preguntas :D! 

-Laura Segaly (Mi amorsh (¿)

Para Meta Knight (ya empezamos xdd) 

Alv eres el shido XD
-Pues gracias

 ¿Eres gay 7u7? 
-¿eee? ¬¬ ¡No!

¿Qué pasaría si Hideaki se te declarara 7u7? 
-Pues fácil, lo mando a chingar su madre ¬¬
-Lo malo de ser bi ;_;
-¡¿eeee?! 

Dificultades técnicas :v




¿Qué le dirías? 
-Que se vaya a la verga 

¿Quién es tu mejor amigo? 
-No tengo uno mejor…todos son mis amigos

*Martín c quedó en la friendzone xddd (¿*

¿Qué opinas de Martín? 7u7
-Pues que es una persona muy amable, protectora con sus seres queridos, un muy buen estratega y entrenador….y bueno…muy cuidadoso con sus cosas ¬¬

Para Hideaki 

Eres bien sexy 7u7 
-Pos si woman 7u7 

¿Te gusta el arroz con popote? 
-Soy bi :v así que…si pero no (¿

¿Y si me invitas unos tacos :v? 
-Si güerita Bv de qué los va a querer

Para Martín 

¿Por qué eres tan uke? 
-Bueno…no sé…supongo que es de nacimiento

¿Te gusta verdad 7u7?
-Sé de quién me hablas…y sí ¡Si me gusta, y mucho!...creo…que soy lo suficientemente directo XD

Para Peach 

¿Te gusta Meta o sólo te lo quieres echar  xd?
-mmm una pregunta existencial….pues, la verdad no sé 

¿Qué pasa con tu relación con Mario? 
-Esta medio estable ^^

Para mí que no eres rubia natural 
-¡Claro que lo soy, ósea!

Para Mario 

¿Te enojaste? 

-No…pero sí

¿Quién es tu amigo fiel?

-Pues hasta ahora ha sido Meta

¿Si sientes algo por Peach?

-¿Tú por qué crees que me casé con ella? >:””V

Y Ahora las de mi queridísima Luisi uwu

-Luigi y Daisy Segaly Sarasa

Para Meta

Eres mi fav :3  igual sabes que eres mio :v okno XD
-Ya dije que no soy de nadie ¬¬

¿Quién te gusta :v?
-Hasta ahora nadie…

¿Qué piensas de Peach?
-Que es una pinche hipócrita  ¬¬

Deja lo amargadito y acepta los abrazos >:v xd
-¡No!  ¬¬, no es por ser amargado pero no me gustan

Voto que seas Rey xd
-¡NO! ¡NO! Con una semana es suficiente...

Para Peach

¿Porque tan fría, ósea tu personalidad xd?
-Bueno… ¿Nacimiento? (¿

¿Te gusta Meta? 7u7
-Mmm…quizás, no lo sé 

Para Hideaki

Sí que te hechas a todos ¿eh? 7u7r XD
-Pues si 7u7

Para Mario

¿Porque no eres serio :v?
-Porque no quiero y ya Bv

¿Qué es lo que no has podido lograr en tu vida?
-Que ella me ame ;_;(¿

Para Martin

¿Te gusta el pan :v?
-Mucho uwu

Confiesa tus sentimientos >:v
-A la gente lo que pide…Mi caballero ¡TE AMO!....yap uwu

Y bueno xd, después de esto, pues ya no hay nada que decir…ahora ¡Adiós flanecitos! 


25 de abril de 2018

⚔💥 Ángeles y Demonios - Preparados para el ataque: Capítulo 9 ⚔💥


Ángeles y Demonios
Preparados para el ataque
Capítulo IX

♛ ♚ ♝ ♞ ♜ ♟

Sus ojos color zafiro desprendieron aquel brillo deslumbrante que tanto les caracterizaba al oír la voz sesga del caballero. ¿Qué hacía a estas horas de la noche? Su enfado se desvaneció por completo al reconocer la sombra. Las posiciones en las que ambos yacían, le hicieron recordar la leyenda de su raza. Como fue que los  demonios y los ángeles crearon una guerra que parecía interminable, sin que hubiese alguien capaz de detenerla. Entre ambas razas estaba prohibido el matrimonio, es decir, no estaba permitido el amor entre un ángel y un demonio. Hasta que un día, todo cambió. Dos almas de diferentes razas descubrieron su amor, y no dudaron ni un segundo en demostrarlo. Aunque no podía imaginarse siquiera a su caballero como un demonio, sin embargo, después de todo, su hermano es uno de ellos.-Mi caballero…-Su voz sonaba temblorosa, como si estuviese a punto de romper en llanto. Sentía tanta vergüenza, creía que seguramente su caballero le tacharía de estúpido…A veces…el joven albino puede exagerar las cosas a puntos muy altos.- ¿P…Pasa algo? –No recibió respuesta, en cambio, sólo oía como los pasos metálicos se iban acercando lentamente hacía él. Los pasos que tanto extrañaba escuchar los cuales le ofrecían una sensación de protección, ahora…sentía como si fuese a matarlo. El miedo recorría sus venas, su corazón latía tan rápido cual tambor, era…una sensación horrible que jamás había experimentado. A causa de aquel miedo, fue retrocediendo cada que los pasos metálicos se oían con más intensidad. Cuando la idea de correr tan lejos de ahí como pudiese llegó a su mente, su espalda tocó la fría y rígida pared, ahora ya no tenía escapatoria…Cerró los ojos fuertemente, esperando lo peor. No tenía otra opción más que gritar con todas sus fuerzas con el propósito de pedir ayuda, cuando de pronto, sintió como una mano enguantada  acariciaba gentilmente su piel blanquecina. Abrió sus ojos zafiro lentamente, apreciando enfrente de sí, el rostro enmascarado de su caballero. Aun portando su tan característica máscara plateada, era apuesto a simple vista. Maldijo por unos instantes el tener la piel blanquecina, pues un rubor apareció en su rostro, pudiéndolo observar sin ningún problema. “Descuida…no te haré daño” fueron las palabras tan dulcemente pronunciadas por su caballero. ¡Era casi irreconocible! ¿Desde cuándo era tan cariñoso con él?, comenzó a dudar. Retiró lentamente la mano del peli-azul, evitando ser brusco.- ¿En serio eres tú?...-Temía equivocarse, pero era mejor asegurarse oie, eso rimó :0 Esperaba una respuesta del caballero, pero a cambio de eso, recibió una risilla ante su idiotez.  Reconocía aquella risa, sin duda era su caballero. Suspiró aliviado, le tranquilizaba el hecho de que en verdad fuese su caballero quien está enfrente de sí. “Sospechaste por el tacto ¿cierto?” ¿Acaso el peli-azul leía mentes?, sin embargo, el albino estaba siendo muy obvio.- S…Si…pero…Por qué lo hiciste –Ante la mirada del joven Uirusu toda persona cae a sus pies, en cambio el caballero, parece ser inmune. “Quería observar tu reacción” Martín, tomó la respuesta como “Quería burlarme de ti” o algo por ese estilo, por lo que contestó sin contener su ímpetu.- ¿Quieres decir que solamente querías reírte de mi reacción? –El peli-azul quedó sorprendido ante la respuesta del albino, pues nunca había oído aquel tono de voz proveniente de él. “¡No fue por mala intención! Pero creo que exagere…después de todo tú…” Antes de que terminara la oración, una tercera voz le interrumpió mientras cantaba a todo pulmón desde la ventana de su cuarto.

Ese macho es malo
Ese macho hace daño
Ese macho no quiere
Ese macho te miente
Ese macho es malo
Trae veneno en los labios
Su caricia es insulto
Para tu corazón.

El joven albino reconoció casi al instante al poseedor de aquella voz, y no era más ni nada menos que su hermano…aún convertido en Hideaki. ¡Pasó toda la bendita tarde buscándolo! ¿Y se le ocurre aparecerse en el momento menos indicado? Vaya que tenía un buen hermano. Cerró el puño fuertemente, como si el peli-negro estuviese frente a él, esperando un impetuoso golpe.- ¡Chingada madre, Hideaki! ¡Cállate! –Su furia había despertado, sin duda. El caballero se sorprendió un poco al ver a Martín de aquella forma, pues en todo el tiempo que llevaba conociéndolo, nunca había presenciado una escena así. La causa por lo que no se sorprendió demasiado era sencilla, comprendía que cualquier persona tenía el derecho de enojarse, fuese alguien “pasivo” o “neutral”. Los molestos cantos provenientes del joven oji-carmín cesaron a causa del estruendoso grito del albino. Fue calmándose lentamente, soltando un leve suspiro.- Perdónalo, a veces se le sale lo menso –Esbozó una leve sonrisa, indicando que le gustaría cambiar de tema, y al parecer, el caballero lo captó de inmediato. “Es una hermosa noche…” Su voz tomó un tono nostálgico mientras miraba de la misma forma a la majestuosa luna. Una suave brisa alborotó los cabellos de ambos, haciéndolos danzar cuan pareja enamorada.- Si…muy hermosa…-Alrededor de ellos se podía observar a simple vista como danzaban felizmente las flores del jardín, tan hermosas, tan sublimes, brillantes ante la luz de la  gran luna de aquella noche. La capa del caballero se ondeaba majestuosamente gracias a la brisa, haciéndolo ver más superior, incluso más que un rey. El sonar de las campanas no se hizo esperar, avisando fuertemente la llegada de las doce, hora en donde las escenas más románticas ocurrían, donde las declaraciones más hermosas no se hacían evitar ni olvidar. El joven albino ya se estaba emocionando, y demasiado, tanto, que el rubor en su rostro había vuelto. Sin embargo, de nuevo la voz sesga de su caballero lo sacó de sus pensamientos. “Martín, fue muy agradable el corto tiempo que estuve contigo” Le alivió el hecho de que el peli-azul no se hubiese molestado a pesar de las tonterías de su hermano y la manera tan grosera en que le contestó.- Gracias a ti…hace mucho tiempo que no la pasaba tan bien con alguien…y menos con alguien que aprecio mucho…-Aquella noche sería inolvidable para el joven albino, sin duda. Tiernos rayos de sol entraban por su ventana a saludarle como todas las mañanas. Siempre les recibía con un tono harto, pues su corto lapso de sueño había sido interrumpido por ellos, sin embargo, hoy se había despertado de buen humor, listo para recibir a la vida como nunca lo había pensado siquiera. Bostezó levemente a la vez que retiraba las cobijas que hace unos momentos le cubrían la mitad del cuerpo. Ahora, yacía sentado en la orilla de su cama, buscando el frío proveniente del piso con sus pies. Le gustaba sentir aquella sensación tan relajante, era, como literalmente, volver al pasado, recordando algunas de las estupideces que hacía de niño. Ahora que lo pensaba con más claridad, desde que tenía memoria siempre fue una persona “orgullosa”, claro, evitando llegar a la punta del iceberg y convertirse en alguien “odioso”. Estaba a punto de levantarse cuando de pronto, un dolor punzante en su espalda le hizo detenerse. Posicionó una mano en la zona donde aquel dolor punzante provenía. Agradecía que el dolor no fuese tan fuerte ¿o quizás sí lo era? Sabía que era capaz de soportar dolores horribles para cualquier persona reduciéndolos a “un dolor sin importancia grave”.  Luego de sobar un rato aquella zona, el dolor paro, por lo que suspiró aliviado.- Al menos no fue tan grave…-Dirigió su mirada aperlada hacía abajo, más exactamente en la cicatriz de su estómago. Posicionó su mano en la zona, llenando por completo su mente de aquellos repulsivos recuerdos sobre Edo, las tierras del mismo infierno.- Tengo que olvidarme de todo eso…-Intentaba convencerse, sin embargo, todo era inútil. Los recuerdos seguían ahí, dando la sensación de ser eternos y negarse a irse. Todo el ánimo con el que despertó, se derrumbó hasta el piso cuando vio la cicatriz. Le hacía sentirse débil, incapaz de defenderse por sí sólo ¿cómo era posible que alguien como un caballero pudiese ser derrotado tan fácilmente? No podía ni justificarse a sí mismo con las típicas palabras de Karla y múltiples libros “Ningún miembro de otro clan puede con la fuerza de los Shando” Ahora, se sentía aún más débil que antes. Sacudió con su mano libre el azulado cabello que le estorbaba, era suave, sin embargo, eso no le importaba en lo más mínimo. Eran ya las 6:00 a.m., temprano ¿cierto?, pues para el joven caballero ya era tardísimo.- ¡¿Las 6?! –Su voz contenía un tono exaltado, se negaba a llegar tarde. No tardó más de cinco minutos en quitarse su pijama y vestirse con la ropa que usaba ya habitualmente. Fuera de su cuarto, yacía recargado en la pared su nuevo consejero, quien era nada más y nada menos que Hideaki.  Por dentro, oía los múltiples insultos que Hikaru le dedicaba, tales como “Pinche idiota, pendejo, imbécil” entre otros. Lo único bueno de esto, era que disfrutaba de llevarle toda la contraria, era como un hobbie hacerlo enojar. Aún vestía su típica ropa negra de cuero, se negaba a vestir de otra forma sólo por ser "ayudante" de “la realeza”.- Este wey como se tarda…-Casi al instante de terminar su oración, el caballero abrió la puerta del cuarto. El pasillo yacía en un silencio extremo, por lo que los pasos metálicos pudieron escucharse con máxima claridad.- Hasta que al fin sales –Agregó con sorna. Le gustaba hacer enojar a medio mundo, obviamente, con límites. Meta Knight hizo una mueca de disgusto, aún no se acostumbraba a tales bromas hechas por el demonio azabache. Tosió levemente, para después pronunciar con un tono sesgo “Hideaki…tu ropa”. El oji-carmín contestó fingiendo  ímpetu.- ¿Qué? ¿Ahora te volverás fresa? –Cruzó ambos brazos, haciendo más “creíble” su actuación. Su mente esperaba la respuesta del caballero con el mismo tono, sin embargo, a cambio de ello, recibió una mirada asesina de este. “No tengo problema con que te vistas de esa manera, sólo que darías algo de  “miedo”, y todavía le agregamos que traes tu katana a la luz como si fuese un objeto de exhibición”. Literalmente, el caballero lo había dejado sin ninguna palabra para que respondiese. Aún no sabía cómo demonios podía callar a cualquiera tan fácilmente, sin la necesidad de golpes, para él, sólo le bastaba con dialogar. ¡Y sin grosería existente en su oración!, le parecía algo extremadamente sorprendente.- Ese es el chiste…-Su respuesta no tenía sentido alguno, simple y sencillamente quería defenderse. No recibió ninguna palabra proveniente del caballero, sólo silencio…uno que aparentaba ser eterno. El demonio azabache tosió de igual manera, indicando el cambio de tema. Miró fijamente al caballero, extendiéndole una de sus manos, intentando que este colocase su mano.- ¿Nos vamos?... –El peli-azul ignoró por completo al oji-carmín limitándose a asentir levemente con la cabeza.-Tsk…idiota…-Pronunció lo más bajo que pudo, evitando que “su rey” le escuchase. La puerta principal del castillo se abrió, dejando salir a ambos jóvenes. Gracias a la gran tranquilidad de aquellos momentos, podían escucharse con claridad las aves trinando, las verdosas hojas de los árboles siendo sacudidas suavemente por el viento silbador, tan hermosa. Contemplaban un ambiente cálido y dulce; el joven oji-perla suspiró aliviado, como si fuese un esclavo a quien le hubieran quitado las gruesas cadenas que desde hace tiempo le ataban, evitando que escapara hacia su libertad. Hideaki veía con atención plena las acciones del caballero, quien para su gusto, era algo exagerado, pues según él, no era tanto trabajo lo que hacía…estaba completamente equivocado. Al poco tiempo, un carruaje teñido de dorado apareció frente a ellos. Ambos subieron al carruaje, que aunque era algo estrecho, no dejaba de ser cómodo. Con asientos decorados de un color vino acompañado de color perla alrededor. Hideaki bajó la mirada por unos segundos, para después, dirigirla al caballero, quién veía atento fuera de la ventana. Parecía un rey, sin duda…aunque un poco más indiferente. Con aquella corona encima de su cabeza, esa sesga mirada, su postura que marcaba superioridad, parecía más que sólo un simple rey de un mísero reino, lleno de discordia, rencores, venganzas a sangre fría, planes malignos, inocentes pagando por pecados que no cometieron…la horrible realidad que debían afrontar día a día, sin retroceder, y si fuera así, sería sólo para darse un impulso, por más pequeño que fuese. Fue un largo viaje, de al menos cinco horas aproximadamente, pues su destino era muy lejano a Mushroom. Llegaron a “Minastsue” reino el cual era regido por Mazda Hiklov, una joven de cabellos carmesí cuan sangre, ojos verdosos y piel blanquecina. Cuando llegaron al castillo, fueron recibidos por dos sirvientes, quienes los guiaron a una sala “secreta” en donde yacía sentada Mazda acompañada de su consejero.- Les agradecemos por haber venido…-Habló con su tono español tan característico de ella.

-Nosotros le agradecemos de antemano por habernos invitado  -La voz del caballero se negaba a despojarse de su tono sesgo. La mirada de este se dirigió a su “consejero” quién estaba distraído cuan niño viendo juguetes en una tienda. Apenas habían llegado y el peli-azul comenzaba a perder la poca paciencia que traía.- Hideaki…-Fue un susurró tan bajo, que ni la joven peli-roja pudo escucharlo. El demonio por fortuna si logró escucharlo, no con claridad por supuesto, sin embargo,  fue suficiente para dejar de distraerse con cualquier cosa, por más diminuta que fuese.

-¡¿Ah?!...¡es decir!...sí…-La postura del demonio volvió a ser “correcta” tal y como un consejero real debía ser. Recibió un suspiro aliviado por parte del caballero, era un pago justo para él. Al poco tiempo, la joven peli-roja invitó al peli-azul en tomar asiento, mientras le dedicaba algunas miradas “acosadoras”. Hideaki esperó varios segundos a que le ofreciesen lo mismo, sin embargo, fue todo lo contrario. ¿Tan cruel era la tal “Mazda”? Él también era una persona…o algo así. Le parecía un poco “injusto” el hecho de que no le hubiesen dado un lugar para sentarse. Se acercó lentamente al lugar donde el oji-perla yacía sentado.- Met…Mi rey, puede explicarme el por qué no me han dado un lugar en la mesa…-Sabía que era algo estúpido preguntar aquello, pues hasta él ya sabía la respuesta.

-Sabes la respuesta, Hideaki, de qué te quejas…-De nuevo, lo había dejado sin ninguna palabra que responder. Le hacía sentirse más inferior de lo que ya era. No podía usar los golpes contra “su rey”, pues seguramente hasta en eso perdería. ¿Acaso era perfecto? o solamente se estaba tomando su cargo demasiado en serio. Ni el ser un demonio sin sentimientos (aparentemente) le hacía ser alguien más temido o siquiera respetado. Suspiró harto, extrañaba el estar en Mushroom, molestar a medio mundo hasta que alguien le golpease, fastidiar a más no poder al joven Okami, seguir su rutina diaria, despertarse a la hora que quisiese sin preocupaciones que le aterrasen, matar con su mirada color carmín…pero ¿de qué se quejaba? era solamente el primer día y sentía que se estaba muriendo; ahora, el exagerado era otro. De pronto, cuando menos se lo esperó, sintió como una mano comenzaba a “sobarle” por detrás. Dio un respingo ante aquella sensación, pues nunca en su vida había sentido algo similar. Estaba sobresaltado, sin embargo, sólo se limitó a quedarse en la misma posición. “Tu “consejero” es un buen muchacho, debería de trabajar unos días conmigo” El demonio azabache estaba más que molesto en esos momentos, y se hubiese quedado así si el caballero no hubiese hablado.- Me perdonará pero él sólo trabaja para mí…además es algo torpe…-Su voz ya no poseía su tono sesgo tan característico, sino que fue remplazado con una entonación que marcaba molestia y celos…espera… ¿celos? ¿De qué? El oji-carmín quedó confundido ¿Por qué “su rey” le había “defendido” de aquella forma?

-Mi rey tiene toda la razón…-Hizo una leve reverencia para demostrar “respeto” ante “su rey”.- Sólo puedo trabajar para él…-Debía de agradecerle de alguna forma que lo hubiese defendido, pues comenzaba a sentirse incómodo ante el tacto de la peli-roja. La mano fue retirada, haciendo que el azabache soltase un suspiro de alivio, se había retirado una carga de encima. “Oh bueno…creo que deben retirarse, pues pronto vendrán otros invitados y no quiero que estén con vosotros, es decir, son de la clase más alta, no podrían mezclarse con esos campesinos malolientes” Aquella oración (más concretamente, la última palabra de esta) enfadó demasiado al caballero, quien se levantó de su asiento dispuesto a irse.

-Hideaki, nos vamos…-No soportaría ni un minuto más ese tipo de palabras con las cuales se referían a la “Clase baja”. El azabache estuvo a punto de hablar, lo más seguro es fuese para convencerle de quedarse un rato más, después de todo, no habían llegado hace mucho e irse casi al instante haría de aquel largo viaje una pérdida de tiempo. Antes de siquiera permitirle hablar, le dedicó una mirada asesina, evitando cualquier palabra por parte de su consejero. El caballero salió casi disparado de aquel molesto lugar, obviamente tras de él, se encontraba Hideaki intentando seguirle el paso. ¿Cómo es que podía correr más rápido que él incluso con botas de metal?

-¡Meta Knight! –Su gritó resonó por tono el pasillo. El anterior nombrado se detuvo en seco al oír su nombre. Cerró su puño enguantado, listo para golpear al demonio en el rostro. Justo cuando lo tuvo casi detrás de sí, lanzó el golpe. Hideaki lo detuvo con su mano sin ninguna dificultad, su especie poseía una increíble agilidad tanto para esquivar como para atacar, de igual manera, para detener un golpe.- ¡Sé que no soportas ese tipo de palabras, pero tu salida fue tal y como la de una novela!...-El caballero no dudó en contestarle con ímpetu casi al instante “¡Estoy harto de la forma en que algunos reyes se refieren a la “clase baja”! ¡Maldita sea! ¡También son personas!”.- ¡Lo sé perfectamente, no hay necesidad de volvérmelo a explicar!...pero…tengo la sensación de que se te está subiendo demasiado a la cabeza el cargo de “rey”…por la forma en que empiezas a tratar a otros…-La oración del demonio azabache, dejó en completo silencio al joven caballero, no sabiendo que contestar por defensa propia.- Si decides seguir por ese camino, te convertirás en lo que más odias…en una persona hipócrita, en alguien que sólo se preocupa por sí mismo…olvidándose por completo de los demás…-El peli-azul bajó la mirada, evitando cualquier contacto visual. Su puño comenzó a perder fuerza, indicando que se estaba rindiendo…sin embargo, su orgullo se lo impendía, por lo que al relajar el puño, con su mano libre, lanzó otro golpe, que igualmente el demonio pudo detener. “¡Nunca! ¡Nunca! ¡No me convertiré en lo que prometí destruir!”.- Lo harás si no te controlas…-Una escena digna de una telenovela, sin embargo, en está ocasión era real, sin actuación alguna.

-Hideaki…-El susurro fue tan bajo que ni el nombrado pudo escucharlo.- Déjame solo...-Aquellas palabras fueron pronunciadas con tanto odio acompañado de rencor que incluso causaron que su consejero sintiese escalofríos por toda su espalda.  El nombrado soltó ambas manos de su rey, quien al liberarse dio media vuelta para después retirarse del lugar. Aún sin la necesidad del viento, la capa del caballero se ondeaba cada que se acercaba más a la salida. El ambiente no era el mismo que en Mushroom, era más tranquilo, sin la preocupación excesiva; seguramente nunca se había escuchado la sangre carmesí chorrear hasta caer al piso, gritos desesperados y de agonía, súplicas ignoradas, la presteza en los pasos de inocentes…aquel lugar era más “pacífico” que Dreamland y Mushroom juntos. El camino de regreso al reino daba la sensación de ser eterno, pues ninguno de ambos jóvenes se dirigió la palabra. Como si fuesen dos niños pequeños peleados, que después se reconcilian, aceptando sus estupideces y errores, sin embargo, al parecer su pelea no tendría fin hasta que alguien les hiciera reflexionar. Al llegar a Mushroom, el primero en dirigirse una palabra fue Hideaki, quién comenzaba a sentir culpa.

-Meta…-Imaginaba una respuesta con tono sesgo y así la recibió, sin embargo, aquel tono simplemente cubría otro lleno de rencor “Dije que me dejarás en paz…” Lo había arruinado por completo. Prefirió quedarse en las afueras del castillo, pues sentía que molestaría a medio mundo con su presencia. La noche cayó rápidamente, dando un ambiente sereno, con el sonido de las aguas del río correr, la brisa que hacía danzar sus cabellos negros como la cruel oscuridad, las hojas de los árboles que habían caído al frío y rígido piso. Recordaba con nostalgia el cómo se había convertido en amigo del joven Okami, cómo ambos aceptaron en unirse con un único cuerpo, acompañándose hasta la muerte, pues de esa manera ninguno de los dos se quedaría solo por completo. Aunque tenía sus desventajas, Hikaru, al ser el dueño del cuerpo, tendría el control de este, y para que Hideaki lo usase tendría que retirar una de las cruces plateadas de su cuello. Extrañaba ser libre, poder vivir sin restricciones pero…por algo aceptaron aquel contrato…no sólo por un juego de niño como ambos creían. “Con qué aquí estabas” Una voz infantil lo sacó de sus pensamientos. Era nada más y nada menos que su hermano menor, Martín. Tenía los brazos cruzados, mientras lo miraba fingiendo enojo, intentando cubrir su preocupación.- Martín…

-¡¿Dónde demonios estabas!? –La preocupación del albino se hizo aún más notable por la pronunciación de sus palabras. A veces podía ser nervioso y preocuparse exageradamente, incluso malinterpretando las cosas. Decidió sentarse junto a su hermano con el propósito de hacerle un poco de compañía. Le dedicó una de sus tiernas sonrisas, animando a cualquiera que las viese.- Oye Hideaki…-Conocía a la perfección aquel tono de voz, lo más seguro es que le preguntase sobre su caballero.- ¿Sabes qué le está pasando a Meta?...es que…es más serio de lo normal…-Y al parecer lo adivinó.

El demonio azabache desvió la mirada hacia otro lado, en esos momentos lo menos que deseaba hacer era hablar sobre el caballero.- ¿Y por qué debería saberlo yo?, no me importa en lo absoluto… ¡Además a mí que chingados me importa! No soy su padre como para saber qué le pasa o que no…-Su enfado regresó aunque, luego de algunos momentos comenzó a reflexionar un poco…No quería destruir su amistad o al menos lo que había forjado con esfuerzo. Temía que el caballero lo odiase para siempre, que lo que pudo llamar “amistad” por un tiempo, se convirtiese en una rivalidad a muerte.

-¡Uy, perdón por preguntar! –El ángel no se hartaba al instante, y eso el demonio lo agradecía muchísimo.-…Se pelearon ¿cierto?...-Por otra parte, odiaba que su hermano siempre adivinase por obra del espíritu santo lo que le pasaba. ¿Leía mentes acaso? ¿Cómo era que con tan sólo mirar a una persona podía saber que le sucedía?, era su hermano y aún le faltaban muchas cosas por conocer del joven albino.- Sé que te sientes mal…así que qué te parece si te ayudo a reconciliarte con él –Juntó ambas palmas, aplaudiendo a causa de la emoción.- No me gustaría ver a las personas que más amo peleadas…- Tragó saliva ante la propuesta ya que dudaba si el plan de Martín funcionaría, pues lo conocía casi a la perfección.- ¡¿Qué te parece?!

-Martín...-Suspiró pesadamente antes de proseguir con la oración.- Si no sale bien tu plan te mataré…-“Por mí que ni te reconcilies con ese wey” La voz del castaño resonó unos momentos por su cabeza, odiaba cuando Hikaru se comportaba de esa forma. En los labios rojizos del albino, se formó una sonrisa a causa de la emoción, al fin ayudaría a su hermano en algo que no fuese operar a un paciente o atenderlo, necesitaba un descanso. El demonio azabache seguía oyendo grosería tras grosería por parte del castaño, comenzaba a sentir que era más molesto que él mismo. Al final ambos hermanos se adentraron en el castillo, decididos a encontrar al caballero, como si fuese una misión de vida o muerte. Después de varias horas, lo encontraron en el único lugar donde ninguno de los dos había decidido buscar…su cuarto. Veía atento por la ventana a la luna, como una obra de arte irrepetible y única, hermosa, majestuosa, sublime…Hideaki apenas dio un paso dentro de la habitación del caballero, cuando de pronto del joven albino cerró la puerta, dejando que ambos jóvenes resolviesen sus problemas sin interrupción alguna.

-Te dije que me dejases solo ¿cierto?...-Su voz volvió a retomar aquel tono sesgo, por lo que el joven demonio estaba más tranquilo. El caballero seguía sin mirarle a la cara, pues era lo que menos quería hacer en aquellos momentos. Hideaki bajó la cabeza, el sentimiento de culpabilidad había vuelto a conquistarlo por completo.- Mira…Hideaki…tienes razón sobre mi comportamiento…y quizás si estaba tomándome muy en serio lo de ser rey…incluso, comportándome como uno…yo…quisiera disculparme contigo…-El orgullo del caballero le impedía decir palabras, sin embargo, al fin pudo quebrarlo, comenzaba a odiar ese orgullo abrillantado y molesto que siempre le acompañaba. El oji-carmín quedó sorprendido ante aquella oración, creía que la habitación se quedaría en un silencio horrible e incómodo, el cual  daría la impresión de ser eterno…pero no fue así.
-Meta…yo…venía por lo mismo…-El caballero volteó tras de sí, encontrándose con el demonio azabache. Sus ojos aperlados brillaban de manera sublime gracias a la luz radiante de luna. Fue acercándose lentamente a su contario, hasta por fin quedar frente a frente. “Todavía tengo otros problemas que arreglar, sin embargo…quiero comenzar uno por uno…hasta terminar con todos y cada uno de ellos” Aquellas palabras le cautivaron completamente. Sin temer ni dudar, el joven demonio abrazó al caballero, quien forcejeaba intentando liberarse del agarre. “¿Podrías soltarme?, es algo incómodo”, creía que Meta Knight había desechado todo su orgullo “molesto” sin embargo aún quedaba un poco de este.- Una recomendación…-Hizo una pausa para soltar al caballero de su agarre.- Debería deshacerte completamente y sin excusas idiotas de tu orgullo, puede ser muy molesto para algunos…incluso para ti….-Esbozó una leve sonrisa de confianza. Había arreglado sus problemas, o al menos uno de los muchos que aún esperaban por ser resueltos. La vida iba teniendo un poco más de clemencia con aquellas almas, dejándolas libres por cortos instantes, cortos instantes que para ellas eran el mismísimo paraíso.



“Si nunca lo intentas jamás sabrás que pasará…”





Tarde, super tarde, mega tarde okno xddd, pero ya en serio, me costó musho trabajo hacer esta parte ¿por qué? pues la inspiración apenas me llegó hoy, (por lo que hice está parte en un día) EXTREMOOO(¿, xdd okya, espero les guste mushooo esta parte, y por supuesto la historia. Por cierto, en próximos días será el día del niño, por lo que habrá un especial de preguntas y respuestas!!!, así que no olviden dejar sus preguntas a los personajes uwu, pues en la próxima entrada las responderemos!!!, y no sólo eso, también habrá otro especial, en donde narraré la infancia de uno de los personajes del blog, y este será el más votado, así que VOTEEN. Y ya es de suponer que no habrá parte el 30 xdd, pero el especial contará como una xdd. Y bueno…¡Nos leemos luego! :D (Demasiados “y” xd)


20 de abril de 2018

⚔💥 Ángeles y Demonios - Preparados para el ataque: Capítulo 8 ⚔💥



Ángeles y Demonios
Preparados para el ataque
Capítulo VIII

♛ ♚ ♝ ♞ ♜ ♟

Peach

Veía por aquella ventana entre abierta como uno de los Edotenienses atrapados por el ejército de Sarasaland, era sometido a múltiples torturas tanto como físicas, como mentales. Era tan sorprendente la escena que la joven de cabellos rubios no pudo evitar observarla detenidamente hasta el final. Ese repugnante líquido color carmesí, manaba de diferentes partes del cuerpo destrozado de aquella alma tan desafortunada. Gritaba de dolor, poniendo toda la resistencia que podía, intentando salvarse. Suplicaba fuertemente que le dejasen en paz, pero era como si los Sarañenses le ignorasen por completo, dejando de lado sus lamentos. Por todo su cuerpo había profundas heridas causadas por latigazos horriblemente dolorosos, en sus manos, clavos enterrados con el propósito de mantenerlo inmóvil. Claro que la princesa no disfrutaba de este acto tan atroz por su puesto, sin embargo, pensaba en cosas como “¿Tendré que hacer tales cosas cuando los Edotenienses lleguen?”. Sólo se distrajo un momento para observar a su prima cuando  de pronto, los lamentos y giritos de dolor se detuvieron. Miró nuevamente hacía la ventana, llegando a percibir con su vista, que el joven Shando yacía completamente inmóvil en el hirviente suelo arenoso. Su cuerpo teñido de su propia sangre carmesí, sus manos, cubiertas igualmente con aquel líquido. 
Todo indicaba a que el joven ya estaba muerto. ¿Castigar de la manera más atroz a los enemigos que hacen sufrir más es la manera correcta de hacerles reflexionar?, la respuesta de una persona pacífica sin mucho conocimiento sobre las guerras civiles y el sufrimiento de otro, contestaría con un sincero “Si”. Sin embargo, la ideología de los Sarañenses era otra… ¡Claro que es la manera correcta!,  nada de unirse al enemigo si no se puede con este, ¡Tomas un pieza importante de su ajedrez y derrotas a todos! Pero… ¿Por qué gastarían su tiempo en torturar a un simple peón?, pues al parecer aquella alma no es un simple peón después de todo. El cuerpo sin vida que yacía tirado en la arena, era uno de los jefes más fuertes de las múltiples tropas Edotenienses. La joven princesa se retiró de la ventana al saber que aquellos actos tan horribles habían terminado. ¿Acaso no sentían culpabilidad?, aunque su corazón estuviese teñido del color de la traicionera e inmensa oscuridad, todavía quedaba un poco de resplandor.- ¿Cómo les  estará yendo por allá?...- Suspiró pesadamente, a la vez que pensaba en qué estaría pasando en Mushroom, ¿Les estaría yendo bien?, vaya que tenía muchas dudas sin resolver aún. Quería regresar a su reino, sin embargo, eso sería extremadamente arriesgado gracias a las tropas Edotenienses que les rodeaban. Tenía tantas ganas de regresar…pero obviamente no iba a dejar sola a su única prima en esto, lo prometió y no iba a romper la promesa…estaría allí apoyándole en lo que necesitase…como cualquier familiar lo haría.

Mushroom

El oji-carmín buscaba con la mirada a su compañero quien se escondía con el fin de no afrontar su cruel realidad. Sus botas de piel color negro resonaban por todo el vacío pasillo entre los cuartos, lo que alertaba al caballero. En aquella situación, ambos se asemejaban a un depredador y su débil presa, quien corría con presteza e intentar salvar su mísera vida de su atacante. El caballero nunca se había comportado de esa manera tan “infantil”, pero ¿quién no sufriría en aquellos momentos de frustración? No soportaría ni un día más como rey…y lo peor para él, es que apenas era el 3er día de su mandato temporal. Estaba desacostumbrado a la vida de un soberano, pues era MUY diferente a la de un caballero. Asistir a diferentes lugares en los cuales había largas pláticas que alcanzaban el máximo de 3 horas…y en esas 3 malditas horas tenía que contener su postura y hablar en un tono solemne. No se le permitían muchas cosas, entre ellas luchar… ¿Qué clase de caballero no lucha por protección propia?, ya estaba completamente harto. 
Sabía que era muy cobarde de su parte esconderse para no afrontar su brutal realidad, sin embargo, fue lo único que se le ocurrió en esos momentos. Se negaba a salir de su escondite, pues sabía que seguramente si Hideaki le descubría, lo obligaría a ser rey de nuevo, que fastidio.- ¡Meta! ¡Carajo! ¡Ya sal! ¡Pareces un pinche morro escondiéndose de un monstruo inexistente! –El azabache también estaba harto, no era muy paciente que digamos, por lo que se fastidiaba fácilmente…demasiado. “¿¡Me crees un imbécil?! ¡No saldré de aquí hasta que la maldita semana se acabe!” Escuchó los gritos hartantes del  caballero a lo lejos.- ¡Te estás comportando como uno! –Intentaba con todas sus fuerzas mantener su ímpetu, dejando de lado su idea de matar al peli-azul a golpes. Continuaba buscando por dónde exactamente había provenido la voz del caballero, vaya que era muy bueno escondiéndose.- Meta…-Su tono de voz se tornó a uno comprensible, como si le estuviese hablando a un niño pequeño que le teme a la oscuridad.- ¿Crees que escondiéndote de tus problemas acabarás con ellos?... ¿Qué les dices a todos cuando están deprimidos con sus problemas?... ¿Qué se rindan?....- Si el azabache no hubiese pronunciado aquellas palabras, seguramente el caballero contestaría con ímpetu, sin embargo, prefirió quedarse en silencio.- Tienes que enfrentarte a ellos de frente…eres más fuerte que ellos, pero si no lo demuestras, seguirán atacándote hasta la tumba, muriendo con el pensamiento de…”¿Por qué no hice esto?”...-¿Desde cuándo Hideaki pasó de ser un demonio sin corazón aparentemente maligno, a una persona tan comprensiva? , parecía como si un milagro hubiera hecho de las suyas. Intentó imitar el tono de voz del caballero, sin embargo, parecía como si estuviese ronco o algo por el estilo. Hideaki esperó unos momentos en completo silencio la respuesta del caballero, deteniendo su caminar para escucharle perfectamente evitando confundir palabras.- Ahora…¿me responderás? –Había logrado su cometido, acorralar al caballero con preguntas, de modo que tuviese que responder para zafarse de  su trampa. Nuevamente, el peli-azul se quedó en silencio, preguntándose cómo debía de contestar ante las preguntas del demonio azabache.- Meta…-Antes de proseguir con la oración, el tono sosegado del caballero le detuvo. “Debe de ser el milagro de un ángel…aun no entiendo como tus palabras pudieron hacerme reflexionar… ¿fue actuado o a propósito?”. 

Hideaki hizo una mueca de disgusto ante las palabras de su “presa”, pero al menos consiguió respuesta, la cual…le ayudó a encontrar el lugar en donde yacía el caballero desde hace horas. El lugar más obvio, lugar el cual nunca se atrevió en poner si quiera un pie por temor a lo que había adentro….el desván. Sentía escalofríos cada que se acercaba, presentía que algo malo iba a pasar, después de todo, su olfato percibía un fuerte e inmundo olor a sangre…y lo peor era que parecía estar ahí desde hace años…Así que pensó que lo mejor sería hablarle desde las afueras del cuarto y esperar a que saliese de ahí. Ahora, la puerta estaba frente suyo, tomó aire con el propósito de gritar para que el caballero saliese, sin embargo, el sonido de la perilla detuvo su acto. ¡Por fin había salido!, el demonio azabache suspiró aliviado, se había tranquilizado un poco más con el hecho de que sus palabras hubiesen sido lo demasiado correctas como para convencer al peli-azul de salir de ese inmundo cuarto, el desván. Ahora que le tenía de frente, se notaba a simple vista que el joven caballero era un poco más bajo de estatura que el demonio, por unos cinco centímetros más o menos. 


Empujó suavemente al oji-carmesí, indicándole que se hiciese a un lado, este entendió perfectamente a lo que se refería, por lo que obedeció a la petición.- Meta…-Nuevamente, fue interrumpido. “Si me vas a sermonear mejor guárdate tu palabras…tendré que seguir con el mandato de todas maneras”. Sus palabras se negaban a separarse de aquel tono sosegado que tanto les caracterizaba, sin embargo, esta vez era más un tono frío e indiferente, como si fuese su primer día en el castillo evitando cualquier contacto y conversación posible. El caballero detuvo su caminar con un fuerte golpe en el piso causado por sus metálicas botas. Dirigió su mirada a Hideaki…era…una mirada fría, a la vez sosegada, que pedía ayuda, que le sacasen de ahí, sin embargo…todas esas emociones intentaban ser solapadas con frialdad e inferencia. Sus ojos poseían un color amarillento gracias a la poca luz que recibían a causa de la máscara que los cubría.

-¿Pasa algo? –La voz del demonio se negaba a separarse de su tono sosegado, no quería  verse débil ni mucho menos sumiso como lo era hermano…y al parecer su contrario pensaba lo mismo que él. Se asemejaba a una competencia de miradas, que el más débil perdería derechos y oportunidades, si se pensaba seriamente…sería horrible.

-Un rey debe tener a su leal consejero ¿cierto? –El demonio azabache asintió levemente con la cabeza.-  Pues quisiera que tú fueses mi consejero por este lapso de tiempo…-Aquellas palabras solemnes, acompañadas de la actitud sesga del caballero, hicieron que el demonio junto con el castaño quedasen perplejos. Uno estaba de acuerdo, y el otro se negaba rotundamente a ayudarle. “Hideaki…si aceptas la propuesta de ese cabrón, voy a…” Antes de que pudiese terminar la oración, fue interrumpido por el azabache.

-Claro…además, quisiera saber un poco más sobre la realeza -¡Era como si no hubiese dicho nada! El castaño le odiaba más cada momento que pasaba. Sabía perfectamente que el oji-carmesí no quería estar ni un segundo con el caballero, ni mucho menos saber más sobre la realeza, pues eso le aburría, ¡Pero por supuesto! Con tal de llevarle la contraria a Hikaru… “Hideaki… ¡Eres un maldito imbécil!” Fueron las palabras que resonaron unos momentos en la mente del azabache

El caballero sonrió cálidamente, para después dar media vuelta y retomar su camino. Tenía la apariencia de un rey, educado, serio…ahora parecía más rey que caballero ¿Al fin se lo había tomado todo en serio? o simplemente era para “encajar” y seguir las normas que cualquier rey debe cumplir.- Es un desastre –Susurró para sí. Apenas comenzaba a conocer un poco más al peli-azul y sin embargo, le estaba cayendo bien. “¿Más que tú? no creo…” Ahora ambos chicos se odiaban más de lo que ya, parecían perros y gatos. Paseó un rato por los pasillos silenciosos de los cuartos, cuando llegó a la pieza de su hermano menor, Martín. De pronto su mente recordó que estaba enamorado de ahora su “rey” por lo que comenzó a preguntarse con algo de miedo “¿Qué pasará si le digo que soy su consejero?” “¿Me matará?” “¿¡Me linchará?!...bueno eso es lo mismo (¿” Sabía que el albino protegía sus pertenencias a capa y escudo, por lo cual no era muy recomendable meterse con ellas si no quería serios problemas…“No creo que se enoje… ¿o sí?”, Hideaki era el que le temía más a Martín de los dos, pues había estado presente de algunas escenas donde su enfado es tanto, que es capaz de linchar a su “presa” y quien tenga el suficiente valor para defenderle. Podría tener un comportamiento algo sumiso acompañado de inocencia, sin embargo, sólo era para solapar, literalmente, su “demonio interior”…o al menos así se refería Hideaki cuando se enfadaba demasiado.

Mientras con una de las extensas tropas Edotenienses que yacían en la hirviente arena Sarañense, se encontraba sollozando por su difunta amiga un joven de cabellos castaños como un roble, piel blanquecina y ojos achocolatados. No podía mostrarse débil, ni llorar, pues era un signo de la misma debilidad, ¿Por qué su familia le evitó recobrar su apellido “Induskah”?. Venía montado en un caballo del mismo color achocolatado que sus ojos. Secaba lentamente sus lágrimas cristalinas que le ayudaban a desahogarse en silencio. Evitaba ser ruidoso y distraer a sus compañeros, haciendo así más difícil la misión. En todo el camino no había un momento en donde varios de sus compañeros de tropa le gritasen con un tono despreciable “Deja de llorar, niña” “¿Por qué vas montado en un caballo?, ¡Ese es trabajo para hombres!” “¡Pinche joto, mejor ve y consíguete un novio, a ver si dejas de molestar!” ¡Tenía tantas ganas de gritarles cosas horrendas! torturarlos de la manera más vil posible…pero debía controlarse, después de todo, eran su “única familia”. Una joven peli-azul igualmente  montada a caballo, se acercó al adolorido castaño.- Josmar, ella está bien…sabes que nuestros Majīrā podrán regresarle a la vida –Su tono de voz era cálido y suave, como si le estuviese hablando a un pequeño niño que perdió su juguete favorito. Los “Majīrā”, o su traducción literal a nuestro idioma, “Brujos curanderos”, son, como el nombre lo indica, una especie de brujos combinados con los conocimientos de un curandero. Son capaces de hacer que un muerto vuelva a la vida, pero con algunas normas. Se deberá evitar a toda costa que el paciente recuerde como murió y sus recuerdos anteriores. Nunca, ¡pero nunca!, deberá hacer contacto con sus amigos antes de que muriese. ¿De qué serviría que Ariana estuviese vida si no lo reconocería ni podría hacer contacto piel a piel con él?

El castaño respondió con furia, odiaba que le mintiesen.- ¡No! ¡No estará bien! ¡No recordará a nadie!...Ni mucho menos a mí…-Las palabras de su mayor sólo lograron herirle más de lo que ya estaba.  La peli-azul comenzaba a hartarse, no era muy paciente, era más de usar la violencia para calmar a sus contrarios. Y así lo hizo, lanzó un golpe en la mejilla derecha del castaño, dejándole una marca, indicando que aquel golpe había sido demasiado fuerte. El de ojos achocolatados le miró directamente a sus ojos verdosos.- Señorita Luxían…

-¡No quiero volverte a oír tales cosas! ¿Bien? ¡Eres un caballero Edoteniense! ¡No deberías darte por vencido tan fácilmente! –Su voz dominante no tenía comparación, ni los jefes más valientes de otras tropas se le podían comparar a la joven, por algo es regidora de una de las tropas Edotenienses más extensas. Nadie recordaría su pasado, no era la Luxían de hace 6 años, ¡Ni mucho menos la de hace 10!... una versión mejorada de ella misma, prefería que le llamasen por su nombre completo…Luxían Gürovich. 

Martín

El joven albino de estatura media, buscaba con su mirada radiante color zafiro a su hermano mayor, Hikaru. Había recorrido ya todo el castillo y ni rastro de él. Formulaba en su mente algunas posibilidades, sin embargo, ninguna tenía sentido aparente. ¡Era hora de volver a Xhixhata!, ya se lo había advertido hace algunas semanas, pues no podían dejar el hospital completamente solo por mucho tiempo, ya que en Edo no abundaban los hospitales ni centros de salud, por lo que serían el único hospital en pie que se denomine como “Edoteniense”. Las múltiples guerras internas les hacían tener pacientes junto con la “Fama” sin embargo, eso era lo que menos les importaba. ¿Se habría escondido sólo para no regresar?, era cierto que el territorio de los Shando no era muy seguro que digamos, y a comparación de Mushroom, sería el mismo infierno. 
Aunque en ese caso ¿Por qué lo haría? después de todo, han pasado casi toda su vida en aquellas tierras, por lo que no desconocían la manera de luchar o defenderse de casi cualquier enemigo. Los Uirusu junto con los Okami son débiles si se compara su fuerza con los Shando. Es extremadamente peligroso entrar a territorio Edoteniense si no se es del clan, y mucho peor si se es descendiente de clanes enemigos o traidores, como lo son los  Yamamoto, Knight, Tsuki, Okami y Kyandoru. Se han creado varias guerras de clanes devastadoras, causando entre una de ellas, el genocidio de un clan completo, del más fuerte en su tiempo… los Sabaku. Hasta ahora se han creado seis guerras, de las cuales la tercera fue la más catastrófica. Desde que los Edotenienses lucharon por su independencia ante los Sabaku, no han parado los ataques entre clanes e incluso internos.

Al joven albino le abatataba el hecho de que en su corta vida fuese testigo de la séptima guerra y lo peor…morir en ella. La palabra “Pacífico” no existe en el diccionario de los Shando, pues por algo es catalogado como el “clan genocida” y hasta ahora no se le ha retirado su mandato. Su sociedad aún sigue siendo retrógrada en algunos sentidos, como que las mujeres no tienen algunos derechos que los hombres sí, no tienen el permiso de luchar en guerra ni mucho menos de gobernar. Pero hay casos especiales…Ariana es la consejera de Shinnosuke, pues sólo algunas mujeres han sido capaces de romper las reglas a las que les atan desde pequeñas, y demostrar que sus potenciales son aún más grandes de lo que parece. Como si fuese un maldito laberinto, buscaba atento entre puerta y puerta a su hermano mayor. Seguramente su hermano no tenía ni la más mínima pizca de miedo ante volver a Edo, sin embargo, el joven albino sí. Le aterraba el volver a aquellas tierras infernales, extrañaba algunas cosas pero ya no le importaban en lo más mínimo, ahora su hogar era Mushroom, su familia era Hikaru y su amado caballero ¿Qué más podía pedir? Sin embargo, ¿quién cuidaría de los enfermos? ¿Quién les curaría cuando su vida esté en peligro? En la mente del albino se había creado una inmensa guerra entre quedarse en Mushroom o regresar a Xhixhata ¡Como si fuese una decisión de vida o muerte! Suspiró harto, se estaba cansando de buscar, por lo que prefirió salir al jardín y descansar un rato. 

Mientras se acomodaba en la verdosa hierba de los inmensos pastizales, escuchó un ruido de baja intensidad, pero que su oído pudo apenas percibir a pesar de los múltiples ruidos. Gracias a la pereza que tenía en esos momentos, gateó hacía el arbusto del cual provino el  ruido. Retiró las sensibles hojas color verde, para encontrarse con un tierno conejo de color blanco como su cabello. Sus ojos color zafiro brillaban por la emoción. Abrazó suavemente al pequeño conejo como si de un niño se tratase para después comenzar a acariciar su blando pelaje. Nuevamente se acomodó en la hierba de los pastizales sin soltar al conejo.- ¿cómo llegaste aquí, pequeño? –Preguntó con suavidad, como siempre lo hacía. Seguro sería un buen padre, sin embargo, eso causaría que Hikaru muriese de un paro cardiaco. ¡Era tan tierno! ¡Quería matarle a besos! El pelaje de aquel animalito era tan suave, que más se asemejaba a una almohada. Seguía acariciándole, su hermano nunca le permitió tener mascotas en la casa ni mucho menos en el hospital, pues decía que solamente sería una carga más para su bolsillo…como si tuviese tanto dinero. Se encontraba completamente sumido en sus pensamientos, ignorando todo lo que le rodeaba, sólo eran él y su pequeño conejo. 

“Buenas tardes, Martín” una voz conocida para sus oídos lo sacó de sus pensamientos. ¡Sin ninguna duda era su amado caballero! ¡Nunca olvidaría su sesgo tono de voz!, aunque… ¿Por qué tanta educación? Su caballero era una persona con carácter solemne, por lo que era extraño que no saludase sin decir primero un “buenos días”. Pero ahora… Se escuchaba como si le estuviesen obligando a decirlo, solapando con un tono sesgo. Miró al caballero aún sin soltar el conejo.- ¡Buenas tardes, mi caballero! –Contestó dedicándole una cálida sonrisa. ¿Estaba tomándose en serio su mandato como rey? La vestimenta que le “incomodaba” anteriormente, la traía puesta el mayor tiempo posible. Era como si el caballero hubiese cambiado de un día para otro sin razón aparente… ¿o en realidad era así?- Ya empiezas a acostumbrarte ¿cierto? –Fue lo único que se le vino a la mente para contestar, odiaba cortar la conversación y dejar un inmenso silencio por “semejante idiotez”. “Todavía no… aunque poco a poco iré acostumbrándome” Su tono sesgo junto con su voz grave hacían una combinación tan perfecta, que “hipnotizaban” por completo al joven albino. Más que caballero, ahora parecía un rey experto, que sabe lo que hace, sin defecto ni error alguno…como el mismísimo dios…una persona que al escribir, no borraría ni una mísera palabra…auto describirse como “perfección”

Nuevamente una parte más de esta mísera vida de infierno, donde nadie quiere afrontar su realidad, a causa del miedo y desgracias que pueden pasar. Preocupándose por un futuro indeciso, sin saber si realmente pasarán sus predicciones. Como si les gustase el lastimarse más de lo que ya están. Alejándose lo más que pueden de la vil realidad que les espera, refugiándose en sus cortos sueños, en sus anhelos que jamás se cumplirán…porque en esta vida, el pedirle un deseo a una maldita estrella sólo es pérdida de tiempo. Lucharán hasta derramar su última gota de sangre carmesí, envolverse en aquel manto de color rojizo, marcándose como héroes, que la guerra les arrebató la vida…y la de sus seres queridos. Les hizo sufrir de la manera más atroz posible, pensando si lo mejor es morir…un sueño en donde ni el beso más amoroso de un príncipe azul pudiese lograr despertar. 
El viento hace danzar suavemente los cabellos de sus víctimas, dos almas que la vida se niega a juntarlas nuevamente. El destino quisiera romper las reglas a las que está atado, importándole muy poco lo que la vida le ordene, pero… ¿Quién es más fuerte de ambos? ¿Quién es capaz de derrotar al otro?... Difícilmente podrán salir bien, ver de nuevo a sus amigos, seres queridos, familiares…La guerra arruinó la vida de muchas personas, derramó lágrimas de cristal, creó el chorrear de la sangre carmesí que chocaba con el piso, haciendo un mar rojo, lleno de dolor y sufrimiento, ahogándose en el rencor junto con odio. La sangre por resentimiento, donde las nubes perdieron su suavidad y tranquilidad, donde el cielo nunca fue azul, o no volverá a serlo jamás.
La futuras generaciones verán la guerra como una cosa simple, que es buena, que siempre existió y existirá, que matar está bien, disfrutar del sufrimiento de sus contrarios, ver de manera sosegada el río de sangre carmesí que las guerras antecedentes han formado, y ellos, contribuido en su crecimiento…puntos suspensivos se dejarán, nunca se descubrirá que fue lo que trataron de cubrir en su momento ¿ideas erróneos? ¿Pensamientos oscuros? La vida es un juego donde el humano más fuerte ganará, se camina sin rumbo aparente, solapando la indiferencia con una hipócrita sonrisa y actitud sesga; muchos secretos se saben a simple vista, otros con dificultas, unos a partir de pistas…otros como simple método de llamar la atención. Las nubes perdieron su sabor azucarado, siendo remplazado por un horrendo sabor metálico, adornando así, la cruel realidad…las nubes rojas de un mundo cruel…

-Buenas noches –Resonó una sesga voz por toda la cocina. Los sirvientes contestaron con la misma palabra, queriendo aparentar ser solemnes. Sus zapatos achocolatados intentaban hacer el mínimo ruido posible, evitando alterar a alguien. Aún traía el conejo en manos, no quería separarse de él, aunque con tales prohibiciones que tiene gracias a su hermano, tarde o temprano tendrá que despedirse. Sin embargo, al pequeño conejo no le molestaba en lo absoluto que el albino lo cargase y cuidase, como si aún fuese un bebé. Suspiró tranquilo, recordando la voz de su caballero, creía que ya estaba acostumbrado, pues su actitud era digna de un rey experto. Lo que más le sorprendió fue su respuesta ¿Aún no se acostumbraba?, parecía tomárselo todo en serio después de todo. Nadie se puede ser perfecto, por lo que seguramente necesitaría varios meses para acostumbrarse a la perfección. El tercer día comenzaba a acabarse, con el sol despidiéndose cálidamente, dejando paso a la luna para alumbrar el cielo estrellado, como todas las noches. Las radiantes estrellas hacían resaltar los ojos color zafiro del joven albino. Se asomó por su ventana, buscando nuevamente con la mirada a su hermano, no le había visto en todo el día (a excepción de la madrugada) y ya comenzaba a preocuparle. “Seguramente está bien…después de todo son fuertes, deben estar bien”…Intentaba convencerse a sí mismo, aunque sólo estuviese inventando. . La noche era tan sesga que podían oírse con extremada claridad las hojas caídas de algunos árboles, algunas danzando suavemente por la brisa. Sombras de animales nocturnos, el ulular de los búhos, tan tranquila. Divisó entre la inmensa oscuridad de la noche, una sombra algo conocida para su vista. Gracias a que no poseía una estatura aceptable para divisarla bien, tuvo que pararse de “puntitas” e intentar ver por la ventana. 

Odiaba ser “bajito” pues se sentía inferior e incluso incapaz de hacer algunas cosas que los demás si podían. Recargó ambas de sus manos en la orilla de su ventana, extendiendo aún más su vista y adivinar de quién era la sombra. ¿Era su caballero? ¿Su hermano? ¿La joven rubia? ¿Mario?,  su mente estaba repleta de preguntas sin respuesta aparente, y lo peor es que eran demasiado absurdas para su preocupación excesiva. Llegó un momento que su curiosidad por saber a quién le pertenecía la sombra era tal, que decidió subirse a la ventana…mala idea. Podía ser algo tonto y aventado a veces, sin embargo, esta vez fue demasiado. Gracias a su gran curiosidad infantil que poseía desde que tenía memoria, subió por la ventana. No le tenía miedo a las alturas, una de las pocas cosas por las que se alababa a sí mismo. Comenzó a distinguir el poseedor de aquella sombra, cuando de pronto, al quererse acercarse aún más y distinguirla con mayor facilidad….cayó por la ventana…. ¿Su vida acabaría? ¿Qué pasaría? ¿Dolería? ¿Lo mataría al instante? La única palabra que pudo llegar a su mente antes de caer fue “¡Idiota!”….hasta  que recordó algo, lo cual gritó a los cuatro vientos.- ¡Chingada madre, tengo alas! – ¿Se estaba volviendo un imbécil como para no recordar que los ángeles poseen alas? Antes de morir de la manera más estúpida posible, extendió sus majestuosas alas blancas, permitiéndole bajar hasta tocar el frío y rígido piso. Cruzó ambos brazos con enfado.- ¿Acaso soy tan estúpido?...-Su voz contenía un poco de enfado, algo raro en el joven albino. “Pues…al menos yo no lo creo”, de nuevo, aquella voz que tanto anhelaba volver a escuchar, resonó en sus oídos.