21 de marzo de 2018

⚔💥 Ángeles y Demonios - Preparados para el ataque: Capítulo 3 ⚔💥



Ángeles y Demonios
Preparados para el ataque
Capítulo III


♛ ♚ ♝ ♞ ♜ ♟

Una cruda noche, llena de peligros y sombras traicioneras, con árboles ingentes junto a sus hojas crujientes y que el espeso y frío aire azotaba, una joven de cabellos dorados caminaba taciturna mientras miraba la hermosa y brillante luna.

Cada que daba un paso, sus zapatillas tan frágiles como el cristal, resonaban en el frío y rígido piso que daba la impresión de haber sido hecho por la piedras más finas de todo su reino.
Aquellos pasos eran tranquilos, junto con los demás ruidos de sus alrededores, parecían entonar una hermosa y relajante melodía, tan suave para cualquier oído.
Llegó a la fuente central de su gran jardín lleno de flores color jazmín, nieve y otros colores exóticos. Se recargó en esta, sintiendo la fría y hosca sensación de aquel material tan resistente, el cemento.

Extrañaba la cálida y dulce sensación de ser abrazada por alguien, había sido recibida muchas veces por los brazos fuertes de su actual pareja, Mario Segale…pero sentía que ya no le era suficiente.
Sospechaba de sí misma, quizás en realidad ya no le importaba el joven castaño, quería alguien más, aquella persona que la hirió y pudo revelarse sin ningún miedo…

“Sigues siendo una perra después de todo” mencionó su voz interior.

Sentía culpabilidad, y no lo negaba, de todas maneras,  la voz que escuchaba desde que recordaba, tenía razón.
En todo el tiempo que llevaba ahí, no dejaba de observar ni por un segundo la celestial luna. Le recordaba a sus ojos aperlados, que brillaban con tal intensidad, aunque su máscara se interpusiese. 

Suspiró para después sentir como unos brazos intentaban abrazarla por detrás. Sin la necesidad de voltearse, supo inmediatamente de quien se trataba, Mario…

“Este imbécil…” Pensó para sí.

El castaño habló con suavidad, como siempre lo hacía con ella, lo cual molestaba a la joven, pues parecía estar hablando con una niña tonta que no entiende fácilmente.-Hola cariño…

Esta vez, la joven de cabellos dorados ni se molestó en usar una de sus sonrisas fingidas tan típicas de ella, ni tampoco en hablar con un tono cálido, sólo contestó con frialdad cual invierno.-Qué quieres…

Al joven de cabellos castaños, le sorprendió la indiferencia con la que pronunció sus palabras, estaba confundido, nunca en su vida, o al menos desde que la conoció, había usado un tono tan frío para hablar.- ¿Pasa algo? –Soltó la cintura de su “amada”, pensó que solamente se sentía incómoda con aquel agarre.

-Nada…sólo que no me siento bien…no quiero ver a nadie…-Contestó con un tono insincero.

-Ya veo…bueno…esto…-Dijo con nerviosismo mientras rascaba su nuca.- Es que nunca habías hablado “así”

-A qué te refieres con “Así”…

-Bueno…es que…

Un sonido de botas metálicas interrumpió la conversación. Una sombra se acercaba a ellos, sus mechones danzaban junto al fresco aire de la noche. Era alto, sus ojos desprendían un sublime color diamante, llamativo para cualquiera.
Salió de la extensa y cruda oscuridad, el joven caballero de cabellos azulados, se había “aburrido” de estar en la cama, se sentía inútil.
Había decidido pasear por los amplios jardines que rodeaban el castillo, pero la conversación de la pareja había llamado su atención.

Con aquella voz seria e intensa tan característica de él, preguntó.- ¿Pasa algo?
Peach se emocionó con tan sólo escuchar la voz de una de sus piezas más fuertes en su juego, Meta Knight. Volteó tras de sí para confirmar sus sospechas, alcanzando a observar la figura esbelta del joven caballero. 
Ignoró completamente al castaño y se abalanzó abrazando al peli-azul.

-¡Estás bien! –Exclamó emocionada, su voz se oía cálida, suave y comprensiva a diferencia de la que usó para responderle al castaño.

El caballero intentaba quitarse de encima cuidadosamente a la princesa. No le tenía ningún afecto a la joven de cabellos dorados, más bien era rencor y un poco de asco ante su “actitud hipócrita”.
El de cabellos achocolatados enfureció, interpretando que su “amigo” ni se inmutó ante el abrazo de su esposa. Era demasiado celoso, eso todos lo sabían, pero era tan tierna e inocente la forma en que lo expresaba que nadie lo tomaba en serio. Pero esta vez…no era el mismo de siempre. Aquella mirada dulce y azulada cual cielo, se volvió fría como el viento de la noche, apagada y cruel.

-¡Estúpido, suelta a mi esposa! –Exclamó con furia.

Para empeorar las cosas, a la de cabellos dorados no se le ocurrió otra cosa para encelar más de lo que ya a su marido y habló

-Eso, si Meta me quiere soltar –Su mirada se dirigió al caballero.-Tu amor no es correspondido por mí, recuerda que yo ya estoy casada…

Eso enfureció aún más al castaño, quien gritó.- ¡Pensé que éramos amigos! ¿Y me sales con esto? 

-¡Claro que lo somos! –Exclamó en defensa propia. Empujó fuertemente a la joven, ya importándole muy poco lo que le pasara. La princesa cayó al suelo, dándose un golpe, que aunque no fue tan grave, quiso empeorar las cosas haciéndose la desmallada. El caballero miró con miedo el cuerpo de la joven y exclamó con más fuerza.- ¡ESTÁ FINGIENDO! ¡NI SI QUIERA SE GOLPEÓ TAN FUERTE!

-¡Cruzaste la línea! –Gritó furioso. Antes de poder presenciar aquella pelea, la joven princesa despertó de su fantasía. Volteó tras de sí, intentando ver alguna prueba de que fue real lo que vio y sintió.

Era tan tangible, pudo sentir los brazos de su marido, la fuerza con la que fue empujada, el golpe al caer contra el suelo…todo fue tan…real…

-Vaya vida de mierda…-suspiró resignada.- No pasa nada interesante…

Los primeros rayos de sol se asomaron por la ventana del cuarto, saludándole como todas las mañanas.
El peli-azul sentía que aquellos rayos cálidos le daban directamente al rostro, por lo que algo molesto, volvió a taparse con su sábana y retomar el sueño.
Era domingo, si estuviese en Dreamland lo más seguro es que desde las seis de la mañana ya estaría despierto, y levantaría a madrazos al más flojo de sus dos aprendices, Sword.

Pero como estaba en Mushroom, un lugar en donde podía tener “tranquilidad” o al menos algo de ella, no era necesario pararse tan temprano. Fue a la segunda semana que llegó cuando su lado “flojo” comenzó a apoderarse de él.
Oyó unos pasos de al parecer unas chanclas, supuso que sería Karla, pues normalmente las usaba por las mañanas, por lo que no le dio mucha importancia.

De pronto, un olor a hot cakes, que por cierto era muy agradable, llamó su atención. Sabía que la joven Shando cocinaba bien, pero no gastaría su tiempo en cocinarle sólo a él, lo que hizo que comenzara a sospechar. Retiró con presteza  la sábana que lo cubría, para encontrarse con la figura delgada de Martín.

-¡Buenos días! –Saludó felizmente mientras colocaba el plato de hot cakes en la mesita que se encontraba al lado de la cama de Meta Knight.

-Buenos días…-Contestó tranquilo, sentándose en la orilla de la cama.- Martín…en serio los hot cakes es algo muy lindo de tu parte pero…no te hubieras molestado

El joven de cabellos nevados se puso nervioso, su rostro blanquecino se pintó de un color carmín.- B…Bueno es que…pensé que sería…em…un agradecimiento –Dijo con nerviosismo no sabiendo que contestar.

-¿agradecimiento? ¿De qué?...

-Pues…es que…-Dejó de pensar un momento cuando miró al peli-azul, quien sonreía levemente a causa de sus expresiones. El más alto lo interrumpió un momento.

-No tienes ni una excusa coherente que dar ¿cierto? –Habló en tono de sorna, acompañado con una sonrisa pintada en sus labios.

Martín bajó la cabeza algo avergonzado, mientras miraba al suelo, luego contestó levemente, más parecido a  un chillido.- N…No…

-je…me lo imaginé –Contestó mientras se ponía de pie, levantándose de la cama.

-¿Vas a irte descalzo? –Preguntó curioso el joven de cabellos nevados mientras observaba como su caballero no llevaba alguna especie de pantuflas puestas.

-Pues…me gusta sentir el frio del piso…es como una “Adicción”, me recuerda a muchas cosas…-Terminó la oración, y ahora que no traía su máscara puesta, se podía observar el pequeño sonrojo que brotó en su rostro.

Martín sabía que le recordaba a su infancia, a alguien que quiso mucho, pero el destino dividió sus caminos…
En la mente del caballero, rondaban los recuerdos dulces y llenos de nostalgia sobre su infancia. Intentaba recordar la voz de su primer gran amor, que aunque nunca pudo demostrarle lo que sentía, este siempre lo apoyaba.

-Sé que no estaré sólo
+Porque tú estarás conmigo
-Y no dejaré que te separen de mi lado…
+Ni yo…pelearé por ti…créeme…amo de casa
-¡Arruinaste el momento, idiota! 
+ ¡Lo siento!, pero me da mucha risa el apodo
-Idiota…

Mientras en Revolution, todo estaba empeorando poco a poco. Quedaba sólo un día para que los Shando atacasen al reino y Karen aun no tenía ni la más mínima idea de qué estrategia formaría. Pensaba todos los días en su amada, en que ya no podría verla jamás, que aquellos recuerdos tan bellos lentamente se harían polvo que el viento arrastraría al pasar de los años.

Quería que alguien más se hiciera cargo del reino por un tiempo, sentía la necesidad de irse corriendo como un ciervo que huía por temor a ser devorado.

No había ni rastro de su hermano, pensaba que solamente era un engaño para ilusionarla y levantarle un poco el ánimo…como siempre lo hacía…

-Yasahime…-Suspiró mientras que de sus ojos verdosos caían hacía sus mejillas, lágrimas cristalinas que desataban diariamente el sufrimiento que sentía cada que despertaba.

Odiaba percibir los diferentes olores, sentir sensaciones tangibles, ver el mundo de colores llamativos, probar la comida que se negaba rotundamente a yantar, oír el canto de los pájaros por la mañana, aborrecía el hecho de sentirse viva, de que servía, si no podía estar junto a su amada.
Se volvió tan fría e indiferente que era casi irreconocible para algunos, para otros les parecía normal…

-Mi juego…mi ajedrez…mi victoria…tengo que ganar, sea con ella….o sin ella…-Miró la foto de su amada, tenía aquella sonrisa cálida que tanto le gustaba, sus ojos color nieve y su cabello blanquecino, que danzaba libremente con el suave viento. Con desgano y tristeza en su mirar, se levantó de su cama y salió en busca de su tablero de ajedrez.

Era una de las formas en las que se facilitaba crear sus estrategias, jugar un rato ajedrez junto a su amada, pero al ya no estar ella, no le quedaba más remedio que jugar sola…

Su tablero de ajedrez era algo “especial”. Cuando la preparaban para ser reina, siempre que le daban clases de estrategia, su padre y ella solían jugar ajedrez. Eventualmente, mejoró hasta estar al nivel de Yasahime, eso le hacía sentir la chica más feliz del mundo.

Pero ahora de que servía…

Colocó el tablero en una de las mesas del salón real y se propuso a jugarlo. Sus piezas fueron hechas del cristal más fino, hasta a ella le sorprendía que aún después de la guerra y de los usos continuos a lo largo de los años, no tuviese ningún rasguño, todas las piezas estaban completas, se encontraba en un buen estado, parecía recién comprado.



Gustaba de los juegos de estrategia, desde que su reino cayó, le prestó una mayor atención al ajedrez. Cada que jugaba elegía las piezas negras, pues decía que su corazón era del mismo color que aquel ejército. Destruía cada pieza de sus oponentes sin ningún rastro de remordimiento. Desde siempre era la única en el juego que podía decir “jaque mate”, pues normalmente su contrario se rendía a media jugada.

Disfrutaba hacerlos sufrir con cada movimiento, en algún momento de su vida la apodaron “Reina del ajedrez”, pues nadie hasta ese momento había podido darle un “jaque mate”.

Aunque ella sabía que no era cierto, la verdadera reina del ajedrez era su amada Yasahime.
Era tan buena estratega que nunca usaba el “enroque” para salvarse y ganar el juego. Tampoco de ninguna trampa que alterase el juego, siempre jugaba limpiamente.

Movía con lentitud y pesadez cada pieza, sintiendo una carga enorme cada que las usaba. Como si de piedras de tratase, sentía las piezas más pesadas. Una gota de agua, casi tan fina y limpia como la de un rio, calló encima de su tablero. Tocó su frente con una de sus manos para percatarse de que estaba sudando más de lo normal, acompañado de una sensación caliente tal y como la sangre carmesí que recorría sus venas. 
Empezó a sentirse débil, hizo a un lado el tablero, cuidando no tirarlo. Se recargó en la mesa, sentía que estaba a punto de morirse, como si la apuñalaran por la espalda.

De un momento a otro, comenzó a ver todo borroso, para después perder la conciencia. Despertó en su cama, junto con una especie de trapo mojado encima de su frente. En ese instante supo lo que tenía, fiebre. 

-¿Karen…? -Oyó una voz suave. Era conocida para ella. Una voz masculina ni tan gruesa ni tan aguda. Sin abrir los ojos, supo que la voz que había escuchado hace algunos segundos pertenecía a nada más ni nada menos que a su hermano menor, Alejandro.

No se parecían en nada que no fuese el color de piel. Su cabello era de color diferente, igualmente sus ojos. Un castaño tan fino como el tronco de un árbol, ojos color miel que brillaban cada que se emocionaba.
Con la poca fuerza que tenía, intentó contestar.- ¿A…Alex…?

-¡KAREN! –Exclamó con emoción al escuchar la voz de su hermana.- ¡Estás bien!

-Dime algo que no sepa…-Contestó con sorna.

El menor la miró haciendo un puchero.-Me pasa por preocuparme por ti…

-Je…sigues siendo el niño pequeño de siempre...-Aquella conversación que había entablado con su hermano la hizo agradecer de estar viva. Abrió lentamente sus ojos verdosos, observando después de mucho tiempo, la figura delgada de su hermanito. 

Estaba mordiéndose una de las mangas de su sweater, le gustaba morder las cosas. Desde que era pequeño, recibió quejas y regaños de parte de sus padres y maestros sobre aquella manía. Si alguien se encontraba un lápiz de Alejandro que no estuviese mordido, era casi un milagro.



-Y sigues con esa maldita manía…

-Es algo de…nacimiento…-Dijo nervioso, en realidad ni siquiera sabía por qué lo hacía, solamente buscaba una excusa razonable para seguir haciéndolo.

-Eres un idiota…

En Mushroom, planeaban una alguna estrategia para ayudar a los “Revolucionarios” como se les hacía llamar a los de Revolution. Peach no ponía ni la más mínima atención hacia las opiniones que daban los demás.
Odiaba hacer estrategias, era lo más aburrido para ella, si pudiera hacer lo que le diera su regalada gana, mandaría a pelear a todos sus soldados, no importándole ni un poco lo que pasara con ellos.

Alguien propuso jugar ajedrez, pero ¿a quién le gustaba?
Si no fuera porque Hikaru sacó un tablero de ajedrez, no hubiese sido obligada a jugar. Se encontraba sentada frente al castaño, había elegido las negras, la verdad nunca le importó que piezas elegía, técnicamente le valía madres.

Dio su primer movimiento, no ponía la más mínima atención a la jugada, sólo quería que se acabase. Fue cuando oyó que una gruesa voz le susurró “D, 3” donde empezó a tomarse el juego en serio.

No sabía ni cómo jugar, normalmente dirigía las piezas a lo loco. La pieza que más se le dificultaba usar no era el caballo, sino el peón…si, el peón. Conocía la forma en que se movía pero no su manera de comer.
Hikaru la corregía cada que podía, dándole siempre, una pequeña ventaja, y aún a pesar de eso, la joven de cabellos dorados no lograba ganar.
No podía ni imaginarse como era jugar contrarreloj, rara vez veía un duelo así, por lo que no desconocía muchas de las jugadas con las que contaba el juego.

-Hikaru…-Susurró decidida.

El anterior nombrado, detuvo su juego un momento y respondió.- ¿Si?

-¿Podría usar una de mis piezas? –El castaño la miró confundido, no sabía a lo que se refería con “mis piezas”. Se imaginó por un momento que quería usar una de las piezas que su ejército le había robado. 

-Por el momento no se puede, sólo cuando hay promoción de peón, que es cuando puedes cambiarlo por alguna otra pieza ya sea…-Peach lo interrumpió.

-No habló de ese tipo de pieza, me refiero a…Meta Knight –Habló fríamente. El castaño se sorprendió, no podía creer que para la princesa, todos y cada uno de ellos eran sólo una simple pieza de juego. 

Según lo que Meta Knight le contaba, era una “hipócrita” pues siempre mostraba una sonrisa y hacía como si todos le cayeran bien, cuando solamente intentaba soportarlos. Decía que cuando su “pieza” ya le tenía suficiente confianza, la manipulaba como si de una marioneta se tratase. La usaba como se le diera la gana, importándole muy poco lo que le pasara. 

“Protección…” aquella palabra cruzó su mente.

Recitó una oración en un idioma incomprensible, decía algo así.-  il colore delle tenebre, è dipinto il tuo cuore lentamente... una brava persona avrebbe deciso di resistere e proteggerlo... ma hai accettato l'affare e cadde sulle loro reti... –Lo que podría traducirse como “El color de la oscuridad está pintando tu corazón lentamente... una persona buena decidiría poner resistencia y protegerlo pero tú...aceptaste el trato y caíste en sus redes...”

-¿Perdón?...

Hikaru se limitó a quedarse callado. Se levantó de la mesa para luego retirarse, dejando sola a la joven princesa de cabellos dorados. Esta última, había entendido un poco de lo que el joven castaño le había dicho.

-…Mi corazón está y siempre estará….pintado del color de la traicionera oscuridad…mi querido Okami…-Susurró para sí.

Continuará…

holaaaa mis queridísimos flanes, espero que estén muy bien >u<, los quiero tanto
pero weno, espero les esté gustando leer esta historia tanto como a mi me está
gustando hacerla, y como le tengo tanto cariño, decidí hacer un "openining" o
intro, algo así xdd, espero les guste, se que está chafa pero lo hice en un programa
xd, y bueno, ya si les gusta, lo seguiré poniendo antes de iniciar cada capítulo,
ahora si, ¡BYE! ♡♡♡♡♡♡





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