Ángeles y Demonios
Preparados para el ataque
Capítulo VI
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En una de las habitaciones de aquel gran castillo, se encontraba recargado en la ventana, observando las afueras de este, un esqueleto, sí, un esqueleto. Sans era su nombre. Veía atento el paisaje hermoso de ese día, escuchaba el cantar de las aves, disfrutaba la suave brisa…le recordaba tanto a su vida anterior.
Extrañaba el estar vivo, sentirse vivo. Claro que agradecía todavía poder “vivir” si así se le podía decir a su estado. Pero no es lo mismo tener un alma de monstruo, que un corazón bombeante. Dirigió por unos instantes la mirada a una de sus manos. La observó detenidamente, para después, suspirar.-Es de hueso…
Pero al menos no todo era tan malo. Tenía amigos, amigos que pueden ayudarle tanto en las buenas como en las malas, sin darle mucha importancia a las tonterías que haga. Ya había pasado más de un año desde que llegó a Mushroom, sin embargo, no podía olvidarse de su antiguo hogar…Snowdin. Hacía un frío tremendo, pero era hermoso. No había otra estación más que el invierno.
Por otra parte, le aterraba el hecho de pensar en volver a aquel lugar tan oscuro y traidor, lleno de crueldad, donde hace años los “humanos” les habían encerrado por ser “peligrosos” para su sociedad….El subsuelo. El lugar donde no alcanzaba ni a penetrar la luz del intenso sol, donde no se sabía si era de día o de noche…
Dejó de pensar en aquellos malos recuerdos y nuevamente, volvió a mirar por las afueras de la ventana. De pronto, reconoció a la joven princesa, quien caminaba sesga por los extensos jardines de su castillo. Una oración de su amigo de cabellos azulados, le llegó a la mente “Todos, y cada uno de nosotros, somos solamente una pieza más de su mísero juego…de su ajedrez”.
Soltó una risilla ante las palabras.-Seguro es una broma…Peach no es así…-Habló para sí. Sinceramente, nunca creía ante las malas palabras de alguien pero… ¿De su amigo? Eso lo hacía dudar…en parte. ¿Por qué diría algo así de la joven princesa? ¿Eran celos? ¿Envidia? o en el peor de los casos…verdad.
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Sentía como si estuviese hirviendo en una olla, sus jadeos eran tan fuertes que resonaban por toda la habitación. El pequeño y viejo trapo mojado que traía por encima de su frente, no le ayudaba en nada a que el calor bajase. Era tan horrible aquella sensación. Odiaba sentirse tan débil, tan inútil tan…inservible. Deseaba el poder caminar de nuevo con tranquilidad, salir al aire libre a disfrutar el ambiente…pero, la enfermedad no se lo permitía.
El joven de cabellos nevados esperaba con desesperación el despertar de su caballero, su temperatura se había intensificado demasiado, y eso le preocupaba. Tomó el termómetro de mercurio por onceava vez, deseando que la temperatura hubiese bajado un poco.-39,5…ha subido en vez de bajar…-Susurró con tristeza.
Sujetó sutilmente la mano de su caballero, para después susurrarle.-Quiero que despiertes…por favor…-Como si de un milagro se tratase o alguna magia hubiera hecho de las suyas, el joven peli-azul despertó. Abrió sus ojos aperlados con lentitud, volviendo a desprender aquel hermoso brillo tan característico de ellos.
-¿Martín?...-Pronunció débilmente.
El joven anterior mencionado, estaba más que emocionado. Por una vez en su vida, logró curar a un “paciente” de manera tradicional, sin usar magia ni medicinas. No podía ni creérselo el mismo, pues nunca pensó que sus métodos sirviesen. Aún no soltaba la mano del caballero, pues el agarre era débil. De sus sublimes ojos color zafiro, resbalaron hasta sus mejillas, lágrimas cristalinas, desatando su felicidad.
-Mi caballero…estás bien…
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Flashback
Resumen: La unión de dos reinos – Aliados.
Tipo: Terciaria (sólo un recuerdo y nada más, afecta ligeramente a la historia principal)
Aquella noche era tan sosegada, disfrutable y pasiva. Casi nunca se presenciaba algo así en Mushroom, bueno…exactamente desde la “disputa” con Revolution. Hace varios años, ambas naciones eran aliadas, dirigidas en ese entontes por Gregory e Hikaru respectivamente. Los reinos se ayudaban entre sí, ya fuera en combate o simplemente en pequeños apoyos económicos.
Se podía decir que el rey Hikaru era un poco más pacifista que Gregory, pero que se podía esperar, Revolution no es un reino en donde la violencia o las matanzas sea algo o normal. En cambio Gregory, era más conocido por ser uno de los reyes más sangrientos de la historia, siendo apodado en su tiempo como “Albtraum”.
Todo iba bien entre ambas naciones hasta que…Mushroom le declaró la guerra al pueblo revolucionario. Por una simple pelea entre las jóvenes procedentes al trono, Karen y Peach, la guerra entre los reinos comenzó. Se mantuvo tranquila al principio pero luego empeoró. El ejército de Mushroom lanzó una bomba atómica con destino al reino enemigo, siendo devastador para este.
El reino decayó tanto, que a la semana de haber comenzado, los revolucionarios se rindieron, dándole la victoria a su enemigo…Las princesas se tienen tanto odio por aquella guerra, que era casi imposible que ambas puedan mirarse a los ojos sin desear matarse a golpes mutuamente.
-Eres un monstruo…
+El único monstruo aquí eres tú, tan sólo mírate, que fea estás, con razón no ha llegado ningún hombre a tu mísera vida
-No necesito de nadie para salvarme, como tu comprenderás…hipócrita…ni siquiera ese tal “Meta Knight” podría contra mí
+Eso ya lo veremos…
Fin del flashback
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Su belleza era envidiable, se veía tan joven, inocente, una mujer perfecta. Aquellos largos cabellos dorados danzaban felizmente con la suave brisa. Unos labios color rosado, un rosado tan sutil, que podrían fácilmente ser de un color pastel. Ojos color zafiro, que brillaban cuan luna en noche. Piel blanquecina que parecía ser tan suave como una almohada y tan frágil como un vaso de cristal.
Aquellos lentos pasos, resonaban por los caminos de su jardín. Observaba con detenimiento las hermosas flores que lo adornaban. Recordaba el nombre de cada una de estas sin equivocarse. Podría tener un aspecto inocente y perfecto pero…no todo es como un cuento de hadas. Manipulación, era su especialidad. Podía utilizar su “pieza” a su antojo, sin embargo, había una en específico que no podía controlarla con tanta facilidad.
Se había enamorado de aquella pieza, su “alfil”. Un joven caballero de estatura alta y figura esbelta. Parte de su rostro estaba cubierta con una máscara metálica color plata. Botas metálicas que hacían resonar sus pasos cada que caminaba. Su capa ondeante con el viento lo hacía verse más “superior” y no como una simple pieza de su juego. Ojos color perla, tan sublimes como una estrella y cabellos azulados como la perfecta noche.
Pero…se sentía tan culpable. Su actual pareja era un “caballo”. Un joven castaño de estatura media, de ojos azules como ella y una piel blanquecina. Dejó de tomarle cariño desde que su alfil llegó. Sabe que aquella pieza puede hacer de las suyas y declararle la guerra él sólo, sabe que es más fuerte que ella, sabe…que puede matarla cuando se le apetezca.
Eso le aterraba, que una de sus piezas se revelará y las demás le siguiesen el paso, dejándola desprotegida ante cualquier ataque. ”Si alguien a de matarla, he de ser yo” recordaba las palabras de su “alfil”. Hace algunas noches, había pedido la presencia de su “alfil”. Quería aclarar algunas cosas.
Lo citó en su espaciada habitación, pintada de diferentes tonos de rosa, le encantaba aquel color tan suave e infantil…como lo era antes su corazón. El caballero obedeció ante el pedido de su “reina”. No negaba en ningún momento que le caía HORRIBLEMENTE MAL, aquella actitud hipócrita lo hacía enfurecer cada que la presenciaba, odiaba verle a los ojos.
Meta Knight tocó la puerta de manera sutil, como normalmente lo hacía. La joven rubia abrió la puerta, dejándole paso al caballero para entrase al cuarto. Miró a los alrededores, encontrándose con la mayoría de las cosas, teñidas de un color rosado. Después de echarle un pequeño vistazo a la habitación, dirigió su mirada aperlada a la joven.- ¿Cuál fue la razón para que me citase aquí?...
-Yo…quería hablar de algunas cosas contigo…-Decía sosegadamente a la vez que buscaba su juego de té.
-Qué tipo de cosas…
La de cabellos dorados finalmente encontró el juego de té.- Bueno, seguramente ya conoces la guerra que tendremos que afrontar con los Edotenienses ¿cierto? –El caballero asintió con la cabeza.-Pues, ahora es el turno de Sarasaland. Toda la semana que estará en guerra, iré con Daisy a apoyarle durante y después de esta…así que Mushroom no tendrá un gobernante temporalmente…por lo que está inmune a los ataques de algunas tropas Edotenienses…así que decidí que alguien de ustedes debe tomar mi lugar en ese lapso de tiempo. Medité unos días sobre a quién elegiría para que tomase mi lugar…y me decidí por ti…Meta Knight –El caballero se sorprendió un poco al escuchar su nombre y saber que sería el encargado del reino temporalmente.
-¿Cuál fue la razón para que me eligiese? –Preguntó intentando obtener respuestas. Creía saber alguna, sin embargo, quería conocer la de su “reina”.
-¡Fácil! –Exclamó confianzuda.- Tienes un coeficiente intelectual muy alto, aparte que eres uno de los mejores creando estrategias útiles para cualquier ocasión, observando el punto bajo del enemigo con sólo ver su formación y la forma en la que ataca… ¡Eres magnífico!
Cualquiera se hubiese sentido alagado y orgulloso de sí mismo al escuchar aquellas palabras, pero al caballero…no le hizo sentir ninguna emoción. Si hubiese sido una persona de confianza o alguno de sus amigos, puede que sintiese algo, sin embargo, con la princesa, era diferente. Fue…como si sólo le platicase algo y nada más, sin darle mucha importancia a las palabras.
-Gracias…-Habló suavemente. Agradeció de aquella forma para cubrir su indiferencia ante ella, no quería parecer un mal educado ni mucho menos.- Entonces seré…
-El gobernante de Mushroom, ¡sí! –Juntó ambas manos con emoción.- Así que te encargarás de todo por esa semana ¿entendido? –Preguntó cálidamente. Cuando lograba entablar alguna conversación con el caballero sin regañadientes (Aunque era muy rara la vez), no fingía su tono de voz, al contrario, lo hacía de una forma tan sincera…
Ser gobernante no era nada fácil, y el caballero lo sabía a la perfección. Aún recordaba algunos de los deberes que un rey debía cumplir, después de todo, fue uno de los guerreros más fuertes y fieles de Dedede, por lo que a veces ambos se juntaban a platicar de sus problemas o cosas en general…eran muy buenos amigos.
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La comida estaba lista, chiles rellenos de queso en caldillo de jitomate. No a todos les gustaba el chile en el castillo, algunos, ni siquiera lo aguantaban, pero, la joven rubia decidía todo aquí, desde que comer, hasta como dormir. Al peli-azul le hubiese encantado este platillo, pues era de los pocos que soportaban el “picante” del chile.
Sin embargo, su enfermedad se lo impedía. No podía ni levantarse de la cama, por más esfuerzo que pusiese, no lograba levantarse de esta. Odiaba sentirse así, odiaba enfermarse. Pensaba en cosas como “¿Acaso no soy lo suficientemente fuerte como para combatir esta enfermedad?” o “¿Podré siquiera levantarme de la cama?”. Lo más seguro, es que NADIE en el castillo fuera a llevarle un poco de comida a la habitación, pues estaba prohibido comer en esta. Según, la “Queridísima” reina Peach, puede manchar alguna tela, o si son líquidos, caer en una toma de luz y lograr un incendio. ”Es una maldita exagerada” Pensó con resentimiento.
Dejó de esperar que alguien pudiese traerle un mísero pedazo de pan, acompañado de un vaso de agua, de todas formas ¿De qué serviría?, nadie se preocuparía por él…sin embargo, se olvidó de algo importantísimo en su vida.
Sus amigos....
Podrían ser “cabrones” algunas veces, pero, eran de buen corazón, sobre todo, el joven de cabellos nevados junto con el castaño. Aún tenía el trapo mojado puesto en su frente, que por cierto, ya comenzaba a calentarse a causa de la fiebre. Su temperatura se regularizó después de despertarse, pero no del todo. “38,9” Fue el único número que recordó de todos los demás que Martín mencionó cada que usaba el termómetro para saber su temperatura.
Alguien abrió la puerta, de sus amigos, era el que menos se lo esperaba ver…Marth. Hace mucho que no lo veía desde que regresó a su reino natal para controlar una amenaza de guerra. Traía un plato con comida en sus manos (preparada por él por supuesto). El príncipe cerró la puerta tras de sí con uno de sus pies. Dejó el plato de comida en la mesita cerca de la cama.- ¡Hola Meta! –Habló dulcemente.- ¿Ya te sientes mejor?...
En el rostro del peli-azul, apareció una leve sonrisa.- Más o menos, todavía no recupero mis fuerzas del todo…ni siquiera puedo pararme de esta cama…-Susurró decepcionado de sí mismo.
Marth sintió la decepción del caballero, no le gustaba verlo así. Lo conoció como la mayoría, una persona seria, reservada y, a la vista de muchos “sin sentimientos”. Pero la verdad, veía algo en el caballero que los demás no. Después de conocerle bien, ambos se tomaron confianza, dejando ver así, un lado que el joven Meta Knight no demostraba abiertamente.
-Bueno, eso es a causa de la fiebre, digo, todos nos sentimos débiles con eso –Mencionó intentando animar al caballero a la vez que giraba su mano en círculos, indicando que prefería cambiar de tema.
-Sí, lo sé…pero yo odio sentirme así de débil…siento que ya no sirvo de nada…y sólo soy una carga más para todos…-Y enserio creía en eso. Su vida fue muy dura, eso la mayoría lo sabía, por lo cual, no aguantaba ninguna enfermedad que le limitase hacer cosas. Quehacer, planchar, limpiar, comer, caminar etcétera.
Siempre trabajaba y no aguantaba estar de flojo por más de media hora, se aburría fácilmente, parecía como si nunca se cansase, pero en realidad… si se cansaba. Leer libros era su afición, por lo que si no tenía nada que hacer en ese u otro momento, se ponía a leer. Uno de sus libros favoritos, y que actualmente lee de vez en cuando, es “La leyenda del caballero”
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Resumen: La leyenda del caballero – Encuentro
Tipo: Principal (Afecta directamente a la historia)
Hace mucho tiempo, en un reino muy lejano, existió un apuesto caballero, de figura esbelta y estatura alta. Era el sueño de la mayoría de las féminas en el reino, casarse con él. Portaba siempre su armadura, listo para cualquier ataque. Su valentía era envidiada por muchos de los caballeros, pues parecía no temerle a nada.
Su mirada era de un color tan oscuro, que parecía estar muerta por completo. Nunca se le había visto sonreír ni con el mejor chiste de todos los tiempos, siempre tenía una postura correcta. Era una persona muy reservada, por lo que no demostraba sus sentimientos abiertamente.
Muchos creían que era por su orgullo, por su reputación o simple y sencillamente, porque no tenía sentimiento alguno. Su voz era sosegada y nunca cambiaba de ese tono. Pero un día, en una de sus misiones, se encontró a una hermosa joven, que sin saberlo, cambiaría su vida para siempre.
Ambos se hicieron buenos amigos, pero poco a poco, aquella amistad crecía más y más, hasta ser más que sólo eso “amistad”. El caballero no sabía exactamente que sentía por la joven, ¿era cariño? ¿Protección? o acaso era…amor. Los dos, se correspondieron mutuamente, cerrando ese hermoso momento, con un bello beso de amor verdadero.
El corazón frío del caballero, fue descongelado gracias al afecto de la joven dama. Nunca volvió a ser el mismo de antes. Mostraba sus sentimientos más abiertamente, su mirada desprendía un brillo hermoso cuan luna por las noches y…en sus labios, siempre aparecía una encantadora y sincera sonrisa.
Ciertamente, el peli-azul nunca creyó en aquella leyenda, le parecía algo absurdo que una persona podría cambiar la forma de actuar de otra con tan sólo “amor”. Sin embargo, lo que le atraía de la historia era el caballero. Se identificaba con él. Tenía muchas similitudes entre sí…bueno…al menos eso creía.
En ese momento, deseaba tanto leer algo, sin importar que fuese. Pero gracias a que no podía siquiera levantarse de la cama, pues…era como un infierno para él…o quizás hasta peor. Marth se colocó justo al lado del caballero, con el simple propósito de hacerle un poco de compañía y que no se sintiese tan mal.
Con mucho esfuerzo, el peli-azul pudo sentarse en la cama junto a su amigo. Su ánimo aún seguía algo bajo.- Oye…sé que es mucho pedir pero… ¿podrías traerme un libro? –No quería causarle molestia alguna a su amigo, pero estaba aburriéndose demasiado.
-¡Claro! –Exclamó felizmente. Sin pensárselo dos veces, el príncipe salió de la cama en busca de un libro. No sabía exactamente qué tipo de género le gustaba leer al caballero. De pronto, recordó que las veces que podía verlo leer, aquellos libros eran de suspenso, no llegando al terror.
Buscó por todo el castillo algún libro de aquel género. Llegó hasta la biblioteca, era enorme. Libros por doquier, ni siquiera supo por dónde empezar a buscar. Fue guiándose por algunos títulos, pero no encontró nada. Había pasado aproximadamente una hora desde que comenzó a buscar y aún no encontraba nada.
Con desgano, tomó el primer libro que se encontró, era de pasta gruesa de color café, decorado con listones dorados. Parecía ser un libro caro…Era demasiado pesado, por lo que seguramente al caballero le encantaría.- Espero le guste…-Suspiró con el mismo tono.
Cuando llegó al cuarto con el libro en manos, fue recibido con una pregunta hecha por el caballero.- ¿Por qué tardaste tanto?...
-No encontraba un libro que fuese de tu gusto –Intentaba decir algo coherente y creíble, al menos para el peli-azul, pues no era muy fácil de convencer, ya que sabía cuándo alguien mentía o no con sólo verle a los ojos.
Pasaron muchos minutos en silencio, no por qué se hubiesen peleado ni que ambos hubiesen caído en los brazos de Morfeo por “x” razón, simplemente fue que Marth se fue de ahí, dejando solo al caballero leyendo aquel libro. Parecía ser muy interesante, odiaba ser interrumpido mientras leía.
Ya se había hecho de noche, y era la luz de su cuarto, la única prendida en todo el castillo. Estaba tan entretenido con su lectura, que se olvidó por completo de su fiebre, de comer, e incluso de dormir. Para una persona promedio, el lapso en el que podría terminar de leer aquel libro completamente, sería en al menos 1 mes, sin embargo, el caballero ya había leído la mitad.
Sus ojos, comenzaron a cansarse, ya era su hora de dormir, pero él negaba, no descansaría hasta no terminar el libro. Sin que se diera cuenta, sus ojos comenzaron a cerrarse, para no volver a abrirse hasta la mañana siguiente. Sus manos soltaron el libro, el cual cayó al suelo, causando un ruido estruendoso. El joven caballero, se acomodó en la cama, listo para dormir y descansar en los brazos de Morfeo.
Otra cruel y despiadada parte de esta vida que el destino les otorgó. Ninguno la aceptaba, pues venía lo peor. ¿Qué habían hecho tan mal como para que la vida los tratase de esta manera tan ruin? Respirar, oler, sentir, tocar, ver…lo tenían todo…excepto paz, tanto interior como exterior.
Las sospechas que no parecían tener respuesta, al fin las obtuvieron. La única forma de olvidarse de esta traicionera e inmunda realidad, era el soñar…o morir. Caer en un sueño profundo, en donde ni el beso más cálido y amoroso de un príncipe azul, podría despertar. Un lugar lleno de paz y amor, donde ya no se siente dolor.
Pero aún no llegaba su hora…aún no…
En esta vida, quizás iban a sufrir más que en las anteriores, quizás odiarían más, amar menos, que el rencor hacía una persona, sin poder vengarse de la peor manera posible, los carcomiese por dentro, haciéndolos sufrir hasta la tumba. La cama de madera rechinaba a la par con cada movimiento que hacía el castaño.
La joven de cabellos dorados no sabía exactamente que eran aquellos sonidos. Jadeos, gritos…gemidos. Aquella sensación la hacía enloquecer pero…no sabía el por qué exactamente. Un tímido rayo de luz, proveniente de la sublime luna, entró por la ventana del cuarto, dejando al descubierto, los cuerpos de ambos. El sudor resbalaba de su frente, indicando el cansancio, sin embargo, aún querían más de sí…
Hola mis flanesitos uwu, perdón por la tardanza :´´v, apenas hoy terminé esta parte ¿por qué?, fácil, una, ya volví a la universidad, y dos, por me hice pendeja jugando Smash xddd. Pero bueno, aquí tienen su paga por toda su espera de 5 pinches días uwu, espero les guste.
Disfruten flanes~
P.: Esta historia tiene mucho relleno, lo sé xd, pero es que aveces no tengo inspiración y tengo que buscar en lo más recóndito de mi mente y alma algo que escribir :´v xd
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