Especiales 2/5

Plumas Blancas, lágrimas caídas

-Mírate, maldita sea, eres más que horrible…-Tomaba con desprecio ambas partes de su rostro, apretándolas cuan esponja, intentando que manase algún líquido…Desde hace años comenzó a tomarse desprecio, asco, repugnancia. Su autoestima disminuyó con rapidez extrema, preocupando a sus contrarios, quienes claramente observaban como la depresión iba penetrando cada vez más el alma del joven Uirusu. Un alma tan pura, delicada, sentimental, capaz de perdonar incluso al individuo que le hubiese herido gravemente. Siempre… creería en que el cariño y amor, cambiarían los ideales de sus contrarios. Sin embargo, esto nunca ocurrió en ninguna ocasión. Observaba con detenimiento cada rasgo que ahora conservaba, que carecía o desea. Sus ojos, aquellos zafiros tan sublimes y luminosos cuan estrella durante el eterno anochecer, ahora… habían adquirido un matiz grisáceo, como el cielo al caer de la lluvia… inertes, distraídos. Sus hermosos cabellos nevados, yacían alborotados, sin orden aparente. Era bastante arreglado en cuanto a su aspecto personal se tratase, no obstante, con forme los días transcurrían, comenzó a olvidarse de ordenar su cabello, colocarse una cómoda vestimenta, reduciendo todos los elementos con previa mención, a un chaleco de grisácea tela y un pantalón color azul, acompañado siempre de aquellos alborotados cabellos que ahora le caracterizaban. Sus ojos, “decorados” por espesas ojeras, cansados de llorar cada noche por esa persona que le condenó a una muerte segura. Anhelaba vengarse, hacerle concebir todo el martirio por el cual estaba pasando. Sintiendo como si miles de piedras estuviesen tras su espalda, rasgando sus ropajes, haciéndole manar ese repugnante líquido color carmín denominado como sangre.- Eres un idiota ¿Cómo creíste que ibas a obtener una oportunidad con él?... ¡Eres más que un idiota, Martín!... Sólo querías hacerlo feliz otra vez ¿Verdad? ¡Pues alguien más hizo todo tu trabajo en menos de 1 año! ¡Tú estuviste con él más de tres y aun así nunca pudiste sacarle más que una risilla!... Nunca te tuvo la suficiente confianza como para denominarte un amigo ¡Y ella obtuvo su confianza desde que lo conoció!...Cuando ella te intentó cortar las alas… ¿A quién le creyó Meta Knight?... A ella… creyó que lo había inventado o que sólo lo había soñado… pero después… decidí cortármelas, ¡para ahorrarle el trabajo! De todas maneras ¿De qué me servían? Esa persona a la que solías llamar “mi caballero”…a la que tanto solías amar… ahora sólo quieres verlo muerto y a la vez no.  Quieres que todo vuelva a ser como antes… -Recogió su cabello, con el cual, cubría su ojo izquierdo, que, literalmente, carecía de vida.- Todos saben que este “error” no fue porque una flecha me atravesó el ojo. Saben que es una total mentira, porque conocen mi habilidad con el arco. ¡Además, sería imposible que una flecha rebotara en un tronco!  y que justamente por alguna rareza de la vida me dio en el ojo ¡Vaya, que creíble es eso!... ¿Para qué vine a este mundo? Según baje para “protegerle” y hacer que volviese a sonreír, que al menos un poco de su confianza regresara… ¡Pero no! ¡Soy tan imbécil que tres años no fueron suficientes para cumplir mi cometido! Sería un caso especial… No habría relación human-angel… simplemente sería amistad ¡Y ya! intentar que regresase a ser la persona que alguna vez fue… Ahora, estoy condenado a muerte –Cubrió nuevamente aquella parte de su rostro, intentado esconderla ante la sociedad en la que vivía. Se observó con detenimiento, percibiendo todos los rasgos que perdió durante estos años. Soltó una pequeña risilla, sin vida y traumática, como si estuviese al borde de la locura extrema… o quizá realmente lo estaba.- ¿Sabes? es horrible saber qué vas a morir… y todo por culpa de esa persona a la que tanto amaste… Jejeje… -Sonrió, después de tanto tiempo, no obstante, era una sonrisa maniática, cuan psicópata al asesinar a su débil presa, inerte sobre aquel lúgubre y rígido suelo, teñido entre inmundos líquidos.

La leyenda de los cinco reinos – El último combate. Capítulo 5 parte 2. Fragmento.