~ Kεnkai ~
દ El mundo espejo ᙒ
Capítulo II
Amor
-Simplemente… pensé que terminaríamos como aquel cuento que me contaba de niño. Que… nos casaríamos, que tendríamos una familia feliz… pero… Creo que la maldad le invadió por completo. Y eso… me duele, Mezde, y mucho -. Declamaba con aquellas lágrimas cristalinas que tanto le caracterizaban. Charlaba junto a su contrario, quien siempre yacía dispuesto a escuchar cada vocablo por su parte. La única escapatoria que poseía para abandonar momentáneamente aquel infierno sobre el cual habitaba. Necesitaba tiempo para descansar, desahogarse al conversar; que nadie le hiriese, ya fuese tanto emocional como físicamente. Movía sus mangas con sutileza, encomendadas a ocultar aquellas manos calcinadas brutalmente. Sollozaba cuan joven infante al no recibir lo que tanto anhela. Quería abrazar fuertemente a su contrario, olvidándose del sufrimiento al cual se sometía con regularidad; no obstante, conocía a la perfección el orgullo tan abrillantado que el joven Uirusu conservaba, por lo que descartó instantáneamente aquella idea, considerándole absurda sobre su criterio. Anhelaba un cálido abrazo, sin regañadientes, sin quejas ante este. Necesitaba…sentir una mínima pizca de amor ajeno, protección, apaciguo… como si fuese un infante, esperando a que su madre regresase pronto del trabajo, encarcelado bajo esa puerta, aparentando ser inderrumbable ante un golpe suyo.- Si me concediesen un único deseo… sería volver el tiempo atrás y disfrutar más de mi hermano… de mi infancia… de mi felicidad, que ahora, está olvidada -.Agitó nuevamente ambas mangas en señal de hostigamiento, dolor interno. Se le era negada su opinión propia, dejándola a merced de cualquier tercero. El hablar era casi un pecado, desahogarse parecía ser el infierno mismo sobre la tierra, atormentándole día tras día, durante sus sueños. Decidió hablar con su hermano sobre su situación actual. Necesitaba auxiliarse, recargarse en alguien, renovar su confianza, pintar aquella sonrisa que alguna vez le caracterizó. Necesitaba amor incondicional. No obstante, se le negó rotundamente. Ahora recibía peores castigos, tremendas torturas físicas y emocionales. Poseía una baja autoestima, siendo el suicidio su mayor tema de conversación. Sin duda alguna, su cordura comenzaba a disminuir durante el transcurso de los días, aterrando a diversos habitantes de ese castillo, originando renuncias sin razón aparente. No era capaz de concebir su estado actual con normalidad gracias a la carencia de cordura. Las semanas avanzaron cuan agua cristalina sobre un inmenso rio, decorado por rocas a su alrededor. El tiempo se encargó de eliminar diversas marcas, dejando a otras en proceso curativo.- Mezde ¡Mezde! –Gritaba con ímpetu el nombre de su contrario. Deseaba algún líquido para hidratarse, tomarlo eufóricamente acompañado de una dulce sonrisa. No obstante era incapaz gracias a sus múltiples quemaduras sobre las manos, por lo que necesitaría ayuda ajena. En diversas ocasiones la vergüenza que sentía al pedir algo era tal, que intentaría satisfacerse por cuenta propia, realizando un horrendo desastre. Esta vez, evitaría a toda costa el hostigar nuevamente a su “amado”. “Ahora qué demonios quieres, Kirby” Pronunció fustigado. Odiaba el atender al anterior nombrado como si fuese un pequeño infante incapaz de efectuar diversas acciones gracias a su corta edad. No obstante, debía admitir que sentía lástima por aquel joven, pues era algo sensible ante estos temas.- Mezde… sé que te molesto muchas veces pero… ¿Podrías servirme un vaso de agua?... ¿Por favor?... es que se me hace muy pesado, ya sabes, éstas molestas quemaduras que me cargo… Jejeje -.Sonrió. El Uirusu era incapaz de concebir aquellas acciones, gestos amables. Se sometía a diversos castigos, regaños, heridas extremadamente graves, horrendas e inhumanas torturas… ¿Cómo era capaz de conservar aquella sonrisa? Suspiró con pesadez, rehusándose al comprender que siempre terminaría satisfaciendo sus necesidades básicas. No importa cuánto sufrimiento le otorgasen, siempre seguiría sonriendo, confiando en que aquel individuo sería capaz de cambiar si se lo propone. El perdón perdura sobre su corazón. “Toma… y sólo espero que no vuelvas a tener sed en esta pinche tarde, sabes bien que estoy muy ocupado y no tengo todo el tiempo del mundo para cumplirle a cada ratito los deseos de este niño” Pronunció sutilmente, refiriéndose al joven peli-rosáceo, quien yacía feliz gracias a aquel líquido cristalino designado como agua.- ¡No te preocupes, Mezde! No volveré a molestarte en tooodo el día ¡Lo juro! –El anterior nombrado sonrió con calidez cuan padre sobreprotector. Debía ser sincero consigo mismo… Kirby era capaz de ablandar incluso el más frío corazón. Prueba de ello era él… Ahora, yacía tumbado plácidamente sobre su cama, ubicada en una de las múltiples habitaciones dignas del inmenso castillo en el cual habitaba. Compartía aquel dormitorio con una “sirvienta” de nombre Peach, sin embargo, por lo general se refería a la joven como “Pinky”, haciendo referencia a su color favorito. Tono el cual al Uirusu le disgustaba bastante, considerándole repulsivo ante la vista ajena, feminidad excesiva entre diversas ofensas. Como método de escape momentáneo, leía apaciguadamente un libro, se desconoce el título de este gracias a la escasa popularidad que posee, siendo desconocido para muchos. Era su única hora de reposo, por lo que no Gdesaprovecharía ni un segundo. Después de terminar aquel libro, pensó en verificar al joven peli-rosáceo, en caso de que hubiese ejercido alguna acción dañina para su salud actual. No obstante, aquellos vocablos le alarmaron instantáneamente. ¿Desde cuándo se preocupaba por Kirby? Soltó el libro, atajando sus acciones. Colocó el objeto sobre la cama, para justo después, observar detenidamente el techo yaciente sobre él.- Mezde ¡¿QUÉ CARAJOS TE ESTÁ PASANDO?! Sé que te estás encariñado con él pero… ¡Agh! ¡POR QUÉ ME PASA ESTO A MÍ! ¡DEBERÍA DE ODIARLO! ¡ME HARTA! ¡LO ABORRESCO! Pero… nuevamente el pero… ¿Por qué me preocupo por él? No debería, pero no quiero que lo maten… ¡AY ESE PINCHE KIRBY! ¡LO ODIO! ¡ESPERO QUE CON ESA MALDITA MORDIDA TE MUERAS! –Justamente al finalizar su oración, se percibió un horrendo grito, repleto por temor, miedo, solicitando piedad. Aquella estruendosa exclamación impregnó sobre él una horrenda marca, incapaz de borrarse por más tiempo que transcurriese… Era… un grito de Kirby. Había escuchado diversos chillidos provenientes del joven, no obstante, este último cargaba tanto dolor, que las pupilas de Mezde se dilataron hasta sus límites, aparentando ser diminutos frijoles. Se levantó con la mayor presteza posible, prosiguiendo a marcharse del actual cuarto. Buscando la ubicación específica, manante de aquellos dolorosos sonidos, fue guiado hasta el sótano, lugar que mantenía restringido el acceso. Sin embargo, no le importó en lo más mínimo. Quería saber cómo estaba el joven a quien yacía buscando. El por qué verídico de esos gritos, emanando sufrimiento extremo, solicitando auxilio inmediato. La puerta del lugar estaba entrecerrada, siendo capaz de observar limitadamente el panorama interior. Evitando ejercer el menor ruido, se acercó con cautela, siendo acompañada por terror a lo que observaría. Su mente coloreaba un escenario teñido carmesí, aquel líquido vital resbalando sinvergüenza entre cada pared. Y por primera vez en su vida, adivinó el entorno con tan sólo imaginarlo brevemente. Kirby, su cuerpo, al igual que sus ropajes, yacían rasgados, cubiertos de sangre carmín, oscura cuan cruel oscuridad.- Meta… -Percibió. Estaba hablándole a su “pareja”, la cual, se había encargado de herirle brutalmente, prosiguiendo a matarle. El corazón del joven se tiñe con crueldad, rencor, odio hacia terceros… ¿Cierto? Les responderé utilizando el rotundo vocablo “No”. ¿Por qué? ¿Cómo es que aún su corazón poseía amabilidad, perdón, felicidad? Había sufrido en exceso, sí, se sometió múltiples veces a inhumanos castigos “amorosos”, golpes sin razón. No obstante, como se dice en líneas previamente escritas… sobre su corazón nunca gobernará la maldad, por más cruel y despiadado que un individuo fuese con él, siempre le perdonará, confiará en su cambio… nunca guardará rencor hacia nadie, difiriendo ante su lóbrego mundo, el Kenkai.- Sé que recordarás esta… canción… ¿Recuerdas?, me la cantabas de niño, me hacías sentirme feliz con ella cuando estaba triste, deprimido… me la cantabas cuando aún me amabas… al menos, deja cantártela por última vez en esta vida… antes de que la muerte venga por mí, mi alma, mis sueños… y me separe de ti… Querida María… ¿Cómo crece tu jardín?... Serás la, séptima, dama que vino aquí… Muy suave, responde, bajando la mirada…no hay tiempo…y temo…ver esta flor marchitar… Tú…sabes cuánto te amo… y por más daño que me hayas hecho, te seguiré amando, porque sé que podrás cambiar si te lo propones… sé que eres buena persona. Salvaste a Martín y a su hermano Hikaru de ser asesinados por su propio clan… Yo no creo sinceramente que fueses una mala persona… sólo que en algunas ocasiones, te dejas llevar por la maldad… así que, nunca olvides que te amo… sé que, cuando reencarne serás una mejor persona… confío en ello, Meta Knight~ -Pronunció débilmente el nombre del mayor, mientras con inmensa lentitud, su cuerpo iba desvaneciéndose, convirtiéndose en polvo gris… cuan ambiente lúgubre… un horrendo lugar sin duda. Y ahí estaba, recargado de espaldas sobre la puerta, sollozando utilizando un volumen bajo, evitando captar atención ajena, revelando su ubicación actual. No podía creerlo, debió de llegar un poco antes, intentar atajar las acciones del amo. Sin embargo, no se creía lo suficientemente fuerte como para derrocarle, o si quiera soltarle un mísero golpe sobre el rostro. Por dentro, pudo percibir de igual modo los sollozos del caballero, dolorosos, lúgubres. Nunca pensó que sus acciones llegasen a tomar este rumbo tan indiferente, tenebroso, perturbador, cruel. ¿Qué clase de “amigo” se le podría considerar? El joven peli-rosáceo le había confiado sus secretos, sus anhelos… imaginó que podría confiar en él.- Perdóname Kirby… no pensé lo que hacía…debes estar odiándose desde donde quiera que estés –Volteó tras de sí, conservando como único propósito mirar nuevamente el interior de aquella habitación, observando con detenimiento esa escena. La primera escena que había sido capaz de quebrantarle el corazón en milésimas piedras, sin reconstrucción posible. Su amo, cargando en brazos aquel frío cuerpo, carente de vida, poseyendo hermosos cristales azulinos, abrillantados, sublimes ante cualquiera. Acarició con delicadeza sus mechones rosados, jalándolos del mismo modo.- Necesito…descan…-Justo antes de dar término a su oración, observa como el amo se aproxima hacía la puerta, alertándole instantáneamente. Sus pupilas volvieron a reducir su tamaño inicial, manifestando el miedo que sentía, temor extremo. Debía marcharse con la mayor presteza posible, no obstante sus pasos se percibirían incluso dentro del sótano. Retrocedió dos míseros pasos, esperando la llegada del brutal destino. Hasta que… algo tocó su mente. Poseía alas azabaches cuan oscuridad; gracias a ellas, fuera del castillo se le apodaba como “El ángel de alas negras”, además de conservar una actitud bastante hipócrita, y en ocasiones cruel. Sabía con exactitud que su impulso se escucharía ligeramente, por lo que decidió arriesgarse. Prosiguió a dejarles en completa libertad, extendiéndolas majestuosamente, irradiando lóbregos brillos, relucientes ante diversas luces, potentes, tenues. Se impulsó con ellas, retirándose del lugar. Sus hermosos cristales añiles derramaban múltiples lágrimas saladas, demandando consuelo, cariño, amor. Quería gritar el nombre de su amiga, quien por cuenta propia se había convertido en su “segunda madre”. Por más que le faltase al respeto con inmensa crueldad, le seguiría amando hasta el último de sus lamentos. Jadeaba fuertemente a causa del miedo, el pensar que lo hubiesen asesinado de igual forma le aterraba.- Pinky… ¡Pinky! –Gritó con ímpetu sobre sus palabras. Necesitaba los cálidos abrazos que le otorgaba sin regañadientes, sin pizca de hostigamiento.- ¡PINKY, MALDITA SEA! ¡VEN ACÁ! ¡TE NECESITO CON URGENCIA! ¡PINKY, RÁPIDO! –Cayó potentemente contra el piso, rígido, lóbrego, teñido grisáceo. Sollozante, sintió un cálido roce, era Pinky, quien yacía abrazándole. Se aferró a sus prendas, cuan gato sobre un sillón intentando rasgarle, jugueteando con este. “Necesitaba de tus abrazos, de tus caricias, tus palabras reconfortantes. En verdad, agradezco tener una segunda madre como tú, Pinky” Pensó.
RK/Kenkai – Meta Knight
-Agh... –El dolor gracias al impacto comenzaba a menguar, apaciguándole entre momentos.- ¿Dónde estoy? –Se preguntó mientras miraba sus alrededores. Parecía ser el magnífico castillo revolucionario, que, como su nombre lo explica, yace sobre las tierras revolucionarias, Revolution Kingdoom. Retratos de todos sus gobernantes hasta el más actual. Karen Izumi, descendiente de Kano Izumi e Hikaru Salazar. Prosiguió a levantarse del suelo, sacudiendo sus ropajes manchados por el polvo. Los metálicos pasos dignos de sus botas resonaban por entre los pasillos, emanando estruendoso eco, siendo su único cómplice.- ¿Mario? ¿Princesa? ¿Sans? –Pronunció el nombre de sus compañeros, anhelando alguna respuesta, manifestando su paradero. Sin embargo, no obtuvo ni la más mínima. Optó por investigar, observar el lugar, conocer su actual ubicación. ¿Realmente esto era Revolution? Abrió las puertas principales, las cuales daban con inmensos jardines, semejantes a Mushroom. Sin embargo, diferían mucho entre sí. Los del Kenkai eran lúgubres, escalas grisáceas les teñían. Verdes oscuros, inertes, acompañados de un ambiente taciturno; lentas brisas advirtiendo sobre un mal presagio. Su máscara brilló levemente gracias a los tenues rayos de sol, quienes eran casi incapaces de penetrar aquellas tierras, iluminarlas, volver a irradiar luz en ellas. Fuera del castillo, el temor invadió su cuerpo, inundó sus venas carmín… Admiraba con pavor un horrendo escenario. Edificios, viviendas derrumbadas, destruidas. Sangre, la cual había perdido su color carmesí, remplazándolo por un matiz castaño.- ¿Esto es Revolution en el Kenkai?... Normalmente es lúgubre a causa de sus guerras pero…no llega a estos límites –Declamaba mientras seguía observando atentamente sus alrededores. Una pequeña gota se estampó contra los azulinos cabellos dignos del caballero, informándole sobre la inminente lluvia que se aproximaba a su posición. Sin duda, no podría ser peor… ¿Cierto? Comenzó una fuerte ventisca en acompañamiento con la abrupta lluvia, haciéndole retroceder mínimos pasos. Todos los elementos con mención previa, sin excepción le obligaron a refugiarse bajo aquel fúnebre castillo, donde seguramente diversas almas deambulen taciturnas sobre sus extensos pasillos, sin pizca de luz que irradiar. Regresó con presteza al lugar inicial, defendiéndose contra la intensa lluvia. Se retrasaría varias horas en cuanto a su misión, no obstante, con forme el tiempo transcurría, las ventiscas incrementarían, la lluvia se convertiría en un granizo, aparentando ser poseyente de permanencia eterna. Divagó entre pasillos, diversos cuartos, observándoles con detenimiento, colocando toda su atención sobre ellos, percatándose de mínimos detalles. Durante su estadía momentánea, podía apreciar sucesos extraños sin razón aparente para su ejecución. Movimientos de muebles, quebraduras sobre superficies cristalinas, tales como espejos o ventanas, etcétera. No creía aquellas historias “fantasmagóricas” o almas penando, no obstante, comenzaba a perturbarle levemente.- Entonces lo más seguro es que ya hayan matado a Karen y ahora esté intentando asustarme para que me vaya de aquí –De pronto, fuera del castillo, pudo percibir un tenebroso grito, suplicando auxilio urgente, doloroso, inerte. No poseía la apariencia de ser un grito humano, sino animal; como si fuese un pequeño perro intimidado ante diversos castigos, traumáticos, sin ser capaz de protegerse, pues sus captores son más poderosos.- ¿Q-Qué diablos fue eso? –Se aproximó hacia una ventana, la cual, daba directamente con las afueras del castillo, pudiendo observar claramente un escena que su mente no sería capaz de suprimir. Había presenciado múltiples castigos hacia criminales, traidores, e incluso rufianes, sin embargo, aquellas condenas eran míseros golpes a comparación de estas circunstancias. Era una joven, conservando cabellos azabaches cuan inhumano anochecer; ojos pradera, ahora sin vida ni luz, y finalmente, piel blanquecina, repleta por moretes causados con brutales golpes. Aún bajo aquella lluvia, le arrastraban encadenada, emanando sangre desde sus frágiles muñecas, gritando con desespero, buscando auxilio que se le pudiese otorgar. El caballero pensó en salvarle, atender a su desesperante llamado, no obstante, recordó las palabras de Rosalina “Irán al Kenkai para derrotar a Dark M. Knight, no a otros por más crueles que sean. Si intentan asesinar a otros, lo más seguro es que terminen asesinándolos a ustedes, pues los habitantes de ese mundo son más poderosos que ustedes. Así que, si ven a alguien sufriendo ¡No interfieran! ¡Déjenlo morir por más que les lleguen esas crueles acciones! Sé que suena cruel pero deben de hacerlo… y si van a entrometerse ¡Fíjense que no sea un Dark o Alfa! ¡Ellos los matarán sin pensárselo! Además de que no podrán contra uno de ellos… Por eso es que los mandaré a ustedes cuatro juntos, así, podrán derrotar al Dark que buscamos… porque sinceramente no creo que ninguno pueda derrotarlo por cuenta propia.” Igualmente rememoró los diversos niveles de poder que cada categoría “Mirror” conserva. “Mr. /Miss.” duplican su fuerza original, siendo enemigos fáciles de vencer para cualquier persona con saberes estrategas. “Shadow” triplican la fuerza del individuo al cual corresponde, siendo algo complicado en algunas ocasiones. “Dark” la categoría más poderosa registrada sobre el Kenkai. “Humanos” capaces de cuadriplicar su poder, aumentando la dificultad en cuanto a derrocarles se hable. Y finalmente, los “Alfa”. Se han dado pocos registros sobre ellos, ya que mínimos son denominados Alfa, dado a que su poder es tal que podrían ejecutar un Yuzen sin inminente dificultad. Se alejó del ventanal, dedicándose solamente a observar. No obstante, un elemento captó su atención. El físico de la joven. Reconocería esos rizos azabaches, aún por más maltratados que ahora estuviesen. Sopesó momentáneamente su teoría, hasta que escuchó una voz. “¡Suéltenme! ¡Este es mi reino! ¡Tengan piedad, por favor! ¡AYUDA!”. Sin duda alguna era la voz de Karen. Una joven valiente, de corazón bondadoso aunque su actitud manifieste lo contrario; demostrando que no todas las princesas desean ser salvadas por un apuesto príncipe, a quien seguramente ni siquiera le conocen. No podía creer que Karen estuviese pidiendo auxilio de terceros gracias a su debilidad, el no poder defenderse siquiera, obligándole a gritar, intentando liberarse a sí misma… todo con el único propósito de socorrer a su nación. “¡AYUDA! ¡NECESITO AYUDAR A MI REINO! ¡A MIS AMIGOS! ¡A MI HERMANO! ¡A MI PAREJA! ¡A MIS HABITANTES! ¡POR FAVOR! ¡TENGAN PIEDAD Y SUÉLTENME! ¡SÓLO QUERÍA AYUDARLES, NO PODÍA SEGUIR VIÉNDOLOS DE ESTE MODO! Viviendo en la miseria, en la escases ¡Y TODO POR SU MALDITO “SUEÑO”! ¡AYUDA POR FAVOR! ¡AYU…!”Finalmente le silenciaron abruptamente, utilizando fuerza bruta contra un joven inocente, de corazón puro, la cual sólo poseía un anhelo, el ayudar a sus tierras, que saliesen adelante, volver a gobernar con amor, sin regañadientes. Meta Knight retrocedió levemente ante tal crueldad. Quería defenderle, debía defenderle, sin embargo, todas las ideas que inundaron su mente… se desvanecieron al instante. Contempló absorto como la joven mujer era bestialmente asesinada. Golpeada con madera, barras metálicas, todo lo que tuviesen a la mano, tiñendo sus rostros de líquido carmesí. Horrendo…- ¿Q-Qué…? imaginaba todo esto pero…una cosa es pensarlo y otra muy diferente es verlo con ojos propios… Dios –Colocó una mano sobre su cabeza, intentando tranquilizarse levemente ante tal acontecimiento. No obstante, al observar lo que le proseguía, atajó sus acciones con presteza.- No, no puede ser él ¿cierto? –“¡S-Señor Meta Knight!” percibió. Era el Dark al cual buscaban. Al parecer, todos y cada uno de sus siervos le temían, obligándoles a ser precavidos al ejercer cada mínima acción. Apartó aquel cuerpo utilizando una de sus metálicas botas, ensuciándolas con sangre. “Veo que al fin pudieron matar a este maldito estorbo ¿eh?, estaba hartándome con sus malditos desesperantes gritos, maldita… Ahora sólo falta encontrar a esta tal Yasahime y a su hermano. No debemos permitir que alguno de ellos tome el poder nuevamente ¡CAPTARON MALDITOS INÚTILES! No quiero que vuelva a suceder esto de nuevo ¡¿ME OYERON BIEN?!” Preguntó fustigado, del mismo modo en que miraba a sus siervos con rencor, odio, conteniendo sus tantas ganas de asesinarles. “E-Entendido, señor” Declamaron al unísono, manifestando pavor sobre los vocablos utilizados. El mayor se retiró, dejándoles a cargo del cuerpo yaciente en el rígido suelo.- Era Dark M. Knight, sin duda… ¡Ese maldito imbécil! –Gracias al previo ataque de furia, el joven peli-azul rompió la ventana con la cual admiraba cada escena, captando atención entre aquellos servidores. Retrocedió nuevamente, arrepintiéndose por sus acciones. Debía irse del lugar, abandonarle, aunque la lluvia aún estuviese firme sobre Revolution. Sin temer ni dudar, salió del dormitorio, decidido a marcharse. Se sentía débil, cuan infante abatatado, el cual aún necesita a su madre en diversas circunstancias. No obstante, sabía perfectamente el poder de aquellos siervos. Debía ser precavido, pues como Rosalina les aclaró antes de emprender su misión, cada categoría es extremadamente peligrosa, ya fuese un Mr. /Miss o un Dark. Ambos son poderosos a su modo. Salió del castillo bajo la lluvia y ventisca, esta última impidiéndole correr utilizando velocidad. Finalmente optó por hacer uso de su capa al percibir pasos ajenos, otorgándole una ventaja mínima, no obstante podría salvarle la vida. Anhelaba con desespero el poder utilizar sus alas nuevamente…- Estoy comenzando a odiarme ¡Agh! ¡Si no fuese por ese maldito error! ¡Maldita sea! –Al término de su oración, divisó un cuerpo entre aquella lejanía. Parecía estar escondiéndose, pues sus movimientos intentaban ser precisos, sigilosos. La sombra se acercó ligeramente, permitiéndole al caballero observarla con mayor claridad.-… ¿Mario?
S/Mario – Kenkai
-Hace un pinche calorón… de todos los reinos que hay en este mundo ¡¿Tuve que caer en el reino de esa loca?! –Preguntó fustigado, del mismo modo en que miraba al cielo siempre azul. Un calor extremoso, digno de un desierto. Sarasaland, nación sobre la cual yacía caminante, recorriendo sus vacantes senderos, repletos por arena ambarina, fina cuan seda. El cansancio comenzaba a dominarle con lentitud, obligándole a buscar alguna vivienda estable, capaz de soportar los inmensos calores que azotaban Sarasaland, un reino desértico, el cual carece de habitantes como de fuentes líquidas, menester para cualquier ser vivo. Intentaba correr, llegar a la frontera con Revolution, su reino vecino, además de ser el más cercano, pues si optaba por Mushroom, el camino sería más extenso, debilitándole en exceso. No obstante, necesitaba alguna vivienda, al menos para descansar momentáneamente y recobrar sus fuerzas. Divisó entre mínimas tormentas arenosas una pequeña morada, la cual aparentaba poseer un buen estado. Sin temer ni dudar, corrió hacia esta, anhelando su descanso. Dejó pasos impregnados sobre la fina arena, otorgándole a cualquiera su ubicación. Entró a la choza, admirando cada elemento que conservaba, jarrones de barro, frágiles cuan cristal, diversos muebles. Un lugar estrecho pero acogedor. El ambiente era soportable, refrescándose, obteniendo aquel dulce descanso. Había despertado bajo el potente calor, sintiendo como en mínimos instantes, su piel era quemada. Mientras recordaba todo el extenso viaje que había emprendido, prosiguió a sentarse sobre un sillón bastante cómodo. Le encantaba percibir esa tímida sensación. Suspiró levemente, manifestando su actual relajación.- Ah~ que bien se siente… Después de recorrer como mil kilómetros, esto es el paraíso total…aunque sin duda hubiera preferido el castillo de esa loca. Aunque quizás aquí ya sea un poco cuerda, Jejeje -Estiró sus extremidades, aumentando su descanso y apaciguo. Ansiaba un poco de agua, un sublime líquido cristalino. Se levantó del sillón, yendo hacía lo que aparentaba ser la cocina. Buscó y buscó, encontrando dentro del refrigerador una jarra repleta con agua frutal. Un manjar. No dudó ni un segundo en consumirla, autosatisfaciéndose. Sonrió cálidamente, como si estuviese admirando a un infante, el cual irradia inocencia a través de sus coloridos cristales. Justo antes de cerrar el refrigerador, percibió como abrían la casa con brutalidad, alertándole instantáneamente.- Oh no… ¡oh no! ¿D-Dónde podría esconderme? –Si decidía salir de la cocina, aquellas personas le atraparían, atribuyéndole el nombre de ladrón. No obstante, recordó lo que Rosalina les había expresado detenidamente. Si en el peor de los casos, las personas que abrieron la puerta son categoría Mr. /Miss u otra más poderosas, no sólo le otorgarían el puesto de ladrón, sino, que le asesinarían sin aparente misericordia. Como última (y única) salvación, se ocultó dentro de un mueble, permaneciendo sobre algunas tuberías, incomodándole.- Agh…maldita sea ¿Por qué vine a dar justamente aquí? Seguro me van a matar, van a comer mi sensual cuerpo y darle los huesos a un perro –Susurraba lo más bajo que podía, evitando captar cualquier atención ajena. Mientras se “desahogaba” dando por hecho su dolorosa y bestial muerte, escuchó como varios pasos se aproximaban hacía su escondite, o como le nominó “Refugio Anti-Kenkaiñeros”. Sentía que estaba a punto de caer desmayado, exagerando excesivamente su pavor.- Ay virgencita, necesito que me ayudes. Sé que he sido demasiado malo, pendejo, estúpido, mamón, entre otras cosas horribles, pero en serio, quiero salir de aquí con vida, abrazar al amor de mi vida como si fuese el último día que esté con ella ¿Me captas?... en pocas palabras… ¡Sácame de aquí! –Su gritó fue tal, que captó la atención de aquellas personas, por las cuales yacía oculto. Cubrió su boca con presteza, como si esta mínima acción causara sobre sus contrarios un tipo de amnesia temporal, concediéndole así, una oportunidad para salvarse. “¿Qué fue eso?” “No lo sé, Karla, pero al parecer vino desde la cocina”.- ¿Ésta es la casa de Shadow Karla?... No mames, está bien chida –Pronunció inocuo, olvidándose sobre su actual problema. Ambos contrarios se aproximaron con lentitud hacía su posición, haciéndole “despertar”. Sin embargo, Mario poseía una inminente “estrategia” para atacarles, y de este modo ser libre nuevamente. Cuando un joven azabache abrió la puerta de su escondite, el castaño le atacó con fuerza sobre el rostro, haciéndole retroceder para acto seguido caer de espaldas en el rígido suelo.- ¡Ja! ¡No pudiste contra mi patada voladora! –Sonrió victorioso, sintiéndose un héroe, única persona en derrocar sin dificultad alguna a un habitante del Kenkai. Miró a su contraria restante, dedicándole una hermosa sonrisa. Ésta última enfureció ante las acciones previamente ejercidas por Mario, quien por supuesto, se las había arreglado para saltar con dirección a una ventana cercana y así, huir de ahí, cuan gato cubierto por la inmensa oscuridad, siendo su única cómplice, ocultando cualquier rastro que le incriminase. Percibió nuevamente aquella extremosa temperatura, haciéndole saber que había logrado marcharse del lugar, salvando su vida. Corrió con toda la presteza que su cuerpo le permitió utilizar, dejando diversas huellas sobre la arena, disipándose entre el viento. Gritó fuertemente, manifestando su felicidad ante tal victoria, la cual consideraba digna de un honorable premio, e incluso, una estatua, forjada entre sublimes metales. Impresionante ¿cierto?, pues así de exagerado es nuestro queridísimo héroe, Mario Segaly. Alguien que difícilmente sucumbirá ante la depresión, permanecerá de pie sea cual sea el reto. Siempre conservando aquella determinación que tanto le caracteriza. Jadeaba exhausto a causa del extremo clima al cual se sometía actualmente. Anhelaba con desespero el probar sobre su paladar ese líquido cristalino, refrescándole al instante.- No… mames… t-tengo un chingo de sed… ay –Como si hubiese sido obra de un milagro o algún hechizo mágico estuviese haciendo de las suyas, al dar término a su oración, una pequeña gota cristalina se estampó contra su nariz, captando toda su atención, haciéndole observar el cielo, el cual, yacía cubierto por grisáceas nubes, repletas por agua, esa que tanto ansiaba consumir. Más que alegrarse, sopesó un poco la situación.- ¿Desde cuándo suele llover en el desierto? Digo, llueve pero eso es muy extraño, pasa muy pocas veces, además, el frío es soportable –Tantos kilómetros había recorrido, que ni siquiera se percató por un mísero segundo que ahora estaba sobre las tierras revolucionarias. Revolution Kingdoom. Al parecer, se aproximaba una fuerte lluvia acompañada de una ventisca bastante poderosa, por lo que encontrar un refugio (evitando realizar nuevamente su anterior estupidez) no estaría de más. Recorrió caminos, buscando entre ellos algún refugio que le pudiese otorgar descanso y protección, tranquilidad… No obstante, un individuo venía siguiéndole desde hace tiempo. Percibía con claridad aquellos pasos ajenos, alertándole instantáneamente. Optó por perderle entre los árboles, escondiéndose tras sus troncos. Se olvidó completamente de encontrar un refugio. Ahora sólo observaba con detenimiento sus alrededores, cuidando su espalda, esperando algún ataque sorpresa. Debía estar alerta en cualquier momento, aunque la potente ventisca se le interpusiese. Divisó sobre la lejanía un enorme castillo, sabiendo perfectamente a quien le pertenecía.- ¡El castillo de Miss Karen! ¡Sí! Sin duda podré esconderme y refugiarme ahí –Fue acercándose con cautela hasta aquel castillo, percibiendo que alguien le nombraba utilizando un tono exclamativo. Reconocería aquella voz, sin duda, era nada más y nada menos que su compañero de diversas aventuras.- Meta Knight…
No pos no me queda más que agradecerles su paciencia uwu, gracias por esperar las historias de esta mija, quien cada semana les escribe con amorsh y les da su dosis de historias pendejas :,,D los jamo con queso mis queridos flanes y mijos ¡Espero y les esté gustando esta historia tanto como a mí me gusta escribírselas! u3u ai lov iu (¿ ♡♡♡♡♡
Les comparto a los bebos uwu Mezde y S. Kirby, pa que vean como son xd
ahora zi uwu
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