Librándose de las cadenas
La oportunidad dorada
Capítulo II
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La joven Gürovich permaneció en shock durante un tiempo prolongado. Aún no era capaz de creerse que su enemigo siguiese con vida. Aquellos inhumanos vapuleos debieron matarle, sin embargo, no cumplieron con su misión. Jadeaba temerosa a la vez que temblaba a causa del mismo terror. ¿Cómo era posible que su contrincante aún estuviese vivo? ¿Cómo es que soportó aquellos vapuleos? Cualquier persona hubiese muerto incluso con el primer golpe, sin embargo, no tomó en cuenta un punto muy importante…Su contrario era Meta Knight, el caballero más poderoso de todo Dreamland y Mushroom. Los años de sufrimiento le forjaron aquella seriedad tan característica. Duros entrenamientos a la poca de edad de 10 años, soportándolos todo este tiempo sin regañadientes ni oposiciones. “Debiste morir…” Como si estuviese a punto de romper en llanto, su espalda rozó con el tronco de un árbol, informándole que no poseía escapatoria alguna. Su expresión facial dejaba observar el miedo extremo que sentía. Se veía tan débil, indefensa, como si tan sólo fuese una pequeña infante que intentase ser un caballero, aunque sabe perfectamente que nunca será capaz de lograrlo. Los metálicos pasos de su contrincante iban adquiriendo más intensidad conforme se acercaba, sus labios adornados con aquella sonrisa maniática nunca antes vista por su adversaria. Galaxia no yacía en sus manos como normalmente lo hacía, ahora, su único propósito era asesinar a la joven Gürovich…sin ninguna pizca de piedad. Sus guantes rasgados gracias a los vapuleos que momentos atrás había recibido, parte de su rostro gravemente lastimada, ropajes rotos que hacían notar con más magnitud sus heridas. De pronto, la sonrisa en el rostro del caballero desapareció, saliendo de entre aquella tormenta, mostrándose no muy distanciado de Luxían.- No quisiera hacerte daño –Usando aquella solemne entonación, ocasionó que la joven Gürovich creyese que su vida había sido perdonada, que aquella batalla sólo había sido un plan del caballero, haciéndole sonreír esperanzada, sin embargo, toda felicidad se desvaneció con la siguiente oración.- Pero no tengo opción –Aquella sonrisa maniática regresó, el temor en Luxían también lo hizo, remarcando la cuenta regresiva hacia su muerte. Gracias al apoyo de sus inmensas alas, el caballero se acercó con presteza casi inhumana hacia su contrincante, derribándole al instante, sin dejarle si quiera un mísero segundo para reaccionar. La espalda de la joven guerrera se estrellaba fuertemente con los troncos de los árboles, haciéndole gritar de dolor. En un momento dado, el caballero le soltó haciendo que se estrellase contra un torno, causando un socavón en este. Por si fuera poco, el árbol cayó sobre ella, logrando que la intensidad de su dolor fuese aún más atroz. Meta Knight se acercaba de manera tortuosa, haciéndole sufrir con cada uno de sus pasos. Cuando al fin estuvieron frente a frente, el caballero tomó el cuello de la joven con un agarre firme, listo para matarle. Luxían forcejeaba fuertemente con el único propósito de lograr zafarse. Cuando estaba a punto de quedarse sin aire alguno que respirar, fue soltada bruscamente, haciéndole toser del mismo modo. Antes de recobrar el aire por completo y volver a situarse de pie sobre el verdoso suelo, recibió un potente puntapié directo en su rostro por parte del caballero, dejándole vulnerable sobre la rígida tierra.- No quería hacer esto…sin embargo, no tengo otra opción…-La joven Gürovich recibió un fuerte golpe, nuevamente dirigido a su rostro, sin embargo, esta vez, tal fue el vigor ejercido en aquella agresión, que su nariz comenzó a sangrar como si de un grifo se tratase. El caballero, al palpar suavemente con su mano enguantada la sangre carmesí digna de su contrincante, sonrió levemente, repitiendo la acción anterior repetidas veces. En su rostro, comenzaban a caer pequeñas gotas carmesí, dignas de aquel líquido vital acompañado de su tan característico sabor metálico, mientras que sus guantes se teñían lentamente de aquel color. Su sonrisa aún no desaparecía, como si disfrutase cada golpe que le proporcionaba a su contrincante. ¿Era consciente de lo que hacía? para su mala suerte…no. Desde que sintió como la sangre manaba de los guantes, su “Mirror” tomó control del cuerpo nuevamente, por lo que toda decisión que su Mirror tomase, no estaría consiente de ella. Luxían intentaba detener aquellos inhumanos golpes, su rostro blanquecino manchado de carmesí, lágrimas cristalinas provenientes de sus hermosos ojos verdosos se fusionaban con aquella sangre. Gritaba sin descontrol, con el único propósito de salvar su vida. No quería terminar así…no debía terminar así. En un momento dado, el caballero soltó un último golpe, incluso con más intensidad que los anteriores, ocasionando que los movimientos bruscos de la joven Gürovich se detuviesen. Aquello causó que suspendiese las embestidas, para acto seguido observar sus manos repletas de sangre carmesí. Hace pocos momentos sus ojos poseían un color rojizo cuan crueldad, remarcando la presencia y dominación de su Mirror. Meta Knight comenzó a sentir un leve mareo a causa del agotamiento, gracias a que la adrenalina había abandonado su cuerpo, así como también su Mirror lo hizo. Recargó ambas manos en el suelo como punto de apoyo y evitar caerse, mientras soportaba aquel mareo. El que después de tantos años volviese a utilizar sus alas le había arrebatado la poca energía que le restaba, dejándole completamente exhausto. Jadeaba gracias a ello, gotas de sudor resbalaban por su rostro, haciendo que algunas de sus heridas ardiesen ante el sudor manado.- He logrado mi acometido…-Por un lado se sentía más que orgulloso de sí mismo, sin embargo, por el otro, se sentía cuan monstruo sin corazón, preocupándose únicamente por su bien, olvidándose de los demás. Estaba a punto de caer al suelo a causa del cansancio, cuando de pronto, una suave voz recordada por su mente le llamaba con preocupación. “¡Meta Knight¡” Levantó su vista de forma leve, divisando entre los árboles una sombra que venía directo hacia su posición.- No…no puede ser…-Cuando al fin fue capaz de observar con claridad quién era el poseedor de aquella sombra, sus hermosos ojos aperlados brillaron cuan estrellas, demostrando su felicidad interna. Una pequeña bolita rosada apareció frente a él con sus sublimes ojos color zafiro. Su hermano había vuelto, como si su única misión en aquellos instantes fuese consolarle.- Kirby…-Apenas terminó de pronunciar aquel nombre, cuando de pronto sintió como aquella bolita le abrazaba fuertemente.- ¡Kirby!...-Su voz entrecortada no le sorprendía para nada al anterior nombrado, pues le conocía demasiado bien, aun cuando desapareció hace un año, sin embargo, sabía con exactitud que aquella persona seria que tanto apreciaba nunca cambiaría. “Hermanooo, ¿Cómo has estado?” Ambos jóvenes yacían en un abrazo tan anhelado. La pequeña bolita jugueteaba con los largos cabellos azulados de su hermano, quien sollozaba a causa de la emoción.- No muy bien…sin embargo, aún estoy vivo –Aquellas palabras hicieron suspirar con alivio al mayor; ambos anhelaban volver a estar juntos, batallar un rato para después disculparse mutuamente…tal y como siempre lo hacían. El joven caballero interrumpió aquel abrazo, para acto seguido mirar al pequeño héroe. Este último, al observar detenidamente a su hermano, notó como parte de su rostro permanecía con heridas y moretones realmente graves. La máscara metálica tan característica de su hermano yacía cortada por la mitad. Sin saber el significado real de aquellos golpes, preguntó con ingenuidad, acompañada de una entonación firme.- Meta… ¿Cómo fue que te hiciste esos golpes? –El anterior nombrado, al percibir aquellas palabras pronunciadas, bajó la vista levemente. No le era muy cómodo el recordar su anterior pelea con Luxían, quien gracias a la locura digna de su Mirror, murió del modo más cruel posible. Sin mucho ánimo señaló con su dedo índice el lugar donde el cuerpo de Luxían yacía acostado en el verdoso suelo. Kirby imaginó que la joven simplemente dormía un profundo sueño, por lo que le dedicó una tierna sonrisa, cosa que al caballero le pareció algo extraño.- ¿Por qué le sonríes? –Su hermano mayor le observó confundido. “Bueno…está dormida ¿cierto?” Al parecer no había tomado en cuenta un punto muy importante…la joven no tenía pulso, ni mucho menos respiraba. Por si fuera poco, si alguien se acercase lo suficiente a ella, observaría con detenimiento como su rostro yacía cubierto de golpes por completo. Aquel comentario hecho por su hermano le hizo mostrar una pequeña sonrisa, algo forzada claro está.- Efectivamente…ahora yace en un profundo sueño, donde ni el beso más amoroso de un príncipe lograría romper…-Trató de explicarle delicadamente a su hermano, quien al parecer no era muy consiente sobre la situación. “¿¡Y sí le das un besito?! ¡Quizás contigo logre despertar!” Aún con el pasar del tiempo, el joven héroe no parecía olvidarse del amor tan puro y noble por parte del caballero hacía la joven Gürovich. Apenas terminó su oración, cuando en el rostro del oji-perla surgió un leve rubor.- ¡T-Te expliqué que hasta ahora nadie es capaz de despertar semejante “hechizo”! –Recalcó. Odiaba mentirle a sus contrarios, se sentía impuro, después de todo, la mayor parte de su vida estuvo repleta de mentiras e hipocresías, causando un inmenso dolor en su interior. “Bien…bien…por cierto, lindas alas” Pronunció al percatarse de las sublimes alas dignas del caballero. Conocía la existencia de estas, por lo que no debía sorprenderse. Sin embargo, si se considera la “tontería” que el joven caballero ocasionó a sus alas, junto con el tiempo asignado de recuperación…puede que le dejase al menos un poco estupefacto, acompañado de admiración, evitando ser excesivo claro está.- Gracias…-Sonrió levemente ante aquello. Ahora debía de aprender a cuidar más de aquel don tan envidiable que poseía, utilizarle con la mayor responsabilidad posible, y por supuesto, conocer sus verdaderos usos, evitando dañarlas en vano. Al poco rato, ambos hermanos decidieron retirarse del lugar, ya que el ambiente se percibía pesado, otorgándoles incomodidad. Ahora yacían recorriendo a pie aquel sublime bosque. Los pasos resonantes del caballero, remarcando su presencia. Mientras que, su hermano mayor, jugaba con sus cabellos azulados, quien yacía por encima de su cabeza. Eran jalones suaves, pues la intención del pequeño héroe no era lastimar al caballero, sino que era el simple propósito de distraerse un rato en cuanto a la cruel realidad se tratase. Los Edotenienses habían sido expulsados de la parte norte, ahora, el que fuesen erradicados por completo estaba en manos del sector sur. El ejército blanco había dado buena batalla, exterminando al ejército contrario tal y como se explicaba en su misión. Ciertamente aún no lograba comprender del todo cómo fue que había decidido buscar a sus dos torres para después terminar con la muerte de su peor enemiga, Luxían Gürovich. Ambos conversaban sobre lo que había sucedido en Mushroom durante la ausencia de Kirby, cada detalle siendo explicado claramente por Meta Knight. “Entonces… ¿es tu novio? ¡¿Ya habías salido del closet y ni siquiera te habías atrevido a decírmelo?!” Exclamó fingiendo indignación. Aquellas palabras antes pronunciadas, causaron que el apuesto rostro del caballero se tiñese de color carmín.- ¡N-NO! No me gusta ni me gustará… ¡Además si hubiese “salido del closet” seguramente ya te lo habría dicho!, después de todo, creo que eres la única persona a la que le tengo suficiente confianza…” ¿Acaso Martín se veía como su pareja? Hasta ahora había adquirido dos insinuaciones. La primera por parte de Mario, quien notó la mordida que Hideaki le había creado (de la cual no tenía conocimiento alguno hasta aquella observación) y finalmente, la segunda pronunciada por Kirby, su hermano. Pasaron aproximadamente una hora conversando sobre asuntos tanto personales como del reino, tocando el tema de soberano temporal. “Así que eres el rey temporalmente… ¡Que genial! ¿Qué se siente? ¿Genial?” Su entusiasmo yacía por los aires, volando cuan nubes de algodón, suaves y delicadas. La respuesta a la pregunta anteriormente dicha, fue un rotundo “no” por parte de su contrario. El ser soberano de una nación era aún más difícil a comparación de cómo lo pintaban en los libros y películas. Era una tortura para el principiante, pues no todo eran ropajes finos y dinero infinito, también existen las obligaciones, viajes a diferentes reinos junto con entrevistas que daban la impresión de poseer como único propósito el arrebatarle su valioso tiempo al joven monarca. Una tortura total…sin embargo, con el tiempo eventualmente la persona con aquel cargo iría acostumbrándose poco a poco. Luego de recorrer una mínima parte de aquel extenso bosque, decidieron regresar al castillo, donde el joven héroe conocería a los integrantes del ejército blanco, quien era dirigido por el caballero. Se percibía un pesado ambiente, como si no fuese Mushroom en donde yacían actualmente. Las nubes teñidas de un color grisáceo alertaban a los habitantes que una fuerte tormenta se acercaba. El joven caballero sentía como sus metálicas botas rozaban con la sangre que yacía esparcida sobre el suelo. Abundaba un enorme e incómodo silencio, acompañado de un leve eco, en el cual se podía percibir los gritos de dolor y guerra dignos de su ejército. Entraron por los jardines del castillo, notando que aún en aquella lejanía se encontraban charcos de sangre carmesí, marcas y miembros cortados, ya fuesen manos o incluso piernas. La peor de las arremetidas organizadas por los Shando había llegado a Mushroom. Si esto es sólo el comienzo…el final se llevaría a miles de víctimas inocentes, muertes injustas gracias a la guerra, ¿Fue acaso un error haber nacido en un mundo repleto de injusticia y guerra?… un horrible infierno creado por el hombre. La puerta se abrió tal y como si un fantasma estuviese a su disposición, ayudándoles. Los metálicos pasos del caballero se esparcían por todo el castillo, llegando a cubrirle con mayor intensidad gracias al enorme silencio apreciado, como si fuese una mansión abandonada, digna de una película. Su único acompañante en aquel desolado lugar era nada más y nada menos que el silencio, escoltado de su más fiel compañero, el eco. Era tan difícil de creer que en aquel castillo aún habitasen personas, que sirvientes se estuviesen encargando de cumplir caprichos del mismo modo que recorrían pasillo tras pasillo, con el propósito de asegurar el orden. “Mushroom no estaba en este estado cuando yo me fui” La voz de la pequeña bolita se hizo presente, rompiendo aquel horrendo silencio que abundaba sobre el castillo. Su hermano soltó un suspiró con pesadez antes de contestar.- Así estuvo siempre… simplemente fue que en ésta ocasión estuvo peor –Recordaba con temor como la sangre de su enemiga manaba por entre sus manos, gotas de esta misma cayendo sin piedad al verdoso suelo, tiñéndole con un rojizo carmesí. Las suplicas por parte de la guerrera quien no quería morir de un modo tan brusco y doloroso. Sus últimos suspiros de agonía aún inundaban su mente, causando que la culpabilidad en su ser aumentase, sintiéndose cuan monstruo sin corazón ni emociones que irradiar. En un momento dado, cuando justamente recorrían los pasillos superiores, la puerta principal nuevamente se abrió, dejando paso libre al ejército blanco. Las voces de los integrantes rompieron cada pizca de silencio, abundando por completo al castillo con gritos, suspiros y desorden. Aquellas voces aliviaron a ambos hermanos, quitándoles una carga de encima. Tanto sirvientes como guerreros entraban al castillo, charlando entre sí. Las múltiples voces se mezclaban, por lo que el entendimiento entre estas era escaso. Algunos cubiertos de sangre, otros con sus ropajes rasgados, armaduras destruidas, rostros repletos de golpes, sin embargo, agradecían estar con vida aún a pesar de las adversidades. Su determinación yacía por los aires, contagiando a todos los presentes. “¡Mushroom, Mushroom!” Podía percibirse con máxima claridad como gritaban fuertemente el nombre de su nación, aclarando que la defensa fue un éxito. Armas y puños al aire, un extenso número de guerreros y habitantes que lucharon por defender su patria, evitando que la maldad profanase sus tierras. La sangre de los héroes que habían perdido la vida ahora yacía regada entre los campos de maíz. El castillo volvió a su actividad diaria, sirvientes encargados de colocar un orden específico, los habitantes de este yendo con dirección a sus cuartos…un hermoso alboroto. “Este sí es el castillo, este sí es Mushroom” Los ojos de su hermano mayor irradiaron un hermoso centellar, indicando su alegría. Mientras que el joven caballero, sonreía con calidez del mismo modo que observaba a su ejército…a su ejército vencedor. El que se erradicase a los Edotenienses por completo de Mushroom, ahora yacía en las manos de la zona sur, a donde llegarían aproximadamente en algunas horas. El hermoso atardecer inundaba las ventanas del castillo, recibiendo los últimos brillos que el sol irradiaba, dejando paso a su compañera, la luna, quien alumbraría el cielo nocturno en su ausencia. Ambos hermanos admiraban desde su recámara la hermosa puesta de sol, despidiéndose lentamente.- ¿Sabes? extrañaba tenerte aquí…-Aquellas palabras eran tan sinceras, que incluso su tan característico tono serio había sido remplazado por una pronunciación cálida.- Era extraño el ver como cada noche tu cama yacía solitaria anhelando fuertemente tu regreso a Mushroom –Prosiguió al mismo tiempo que abría su ventana, dejando que una fresca brisa alborotase sus azulados cabellos. “Yo también te extrañé…era raro dormir en otra cama…rayos, no debí irme a recorrer los reinos” Ambos rieron un poco ante aquello. Decidieron distanciarse un rato, después de todo poseían privacidad. Ahora, Meta Knight yacía recorriendo los extensos jardines del castillo. Su ropa le comenzaba a incomodar demasiado, por lo que decidió cambiarse. Portaba una camisa azul marino y un pantalón de mezclilla. Sus largos cabellos adornaban parte de su rostro, con el único propósito de cubrirle. Ya que no portaba la elegante capa que utilizaba por lo regular, sus magníficas alas yacían extendidas libremente después de tanto años, anhelando con esmero el ser desenvueltas. Suspirando levemente, dirigió su mirada aperlada hacía la derecha, encontrándose con un gran socavón. Con presteza, se dirigió hacia la ubicación de aquel socavón, descubriendo que su creador fue un Chomp. ¿Cómo era posible que lo supiese si no fue un presente en aquella escena? fácil. La figura de aquel socavón marcaba al monstruo. De pronto, recordó que durante la búsqueda de sus torres, un Chomp estuvo cerca de matarle. La estatura de aquel monstruo rondaba los 5 metros, siendo capaz de matar con tan sólo su peso. El socavón media un aproximado de 6 gracias a la velocidad con que la pared fue destruida. Adentrándose por aquel cuarto, observó como la cadena correspondiente al monstruo yacía destrozada, acompañada con una especie de hilo. Miró aquel hilo detalladamente, percatándose de una cosa… la persona que dejó en libertad al monstruo fue nada más y nada menos que…- Martín…-Pronunció con rencor aquel nombre. ¿En qué pensaba el ángel en aquellos instantes? El soltar a una bestia de semejante tamaño, sabiendo aún que su entrenamiento principal era el asesinato, es extremadamente peligroso. Se había explicado que ese tipo de monstruos no debían salir en libertad a menos que fuese necesario, sin embargo, pocos Edotenienses habían logrado alcanzar el castillo, por lo que soltar al Chomp no era una necesidad primordial. No era de aquellas personas que daban un sermón para luego continuar su vida con normalidad…gracias a las múltiples enseñanzas de Garlude, fue que todo lo que en su criterio considerase “extremo” lo arreglaría con violencia. El dialogar no era lo suyo, a menos que no fuese algo serio o delicado, sin embargo, en esta ocasión era todo lo contrario. Se dirigió al cuarto del albino aún con el fino hilo en sus manos. De este se desprendían microscópicos brillos cuan azúcar caída. Subió con presteza al pasillo superior por medio de las escaleras, para después llegar a la habitación del culpable. Tocó tres veces consecutivas, conservando un tono impetuoso. “Pase…” Se escuchó. Abrió la puerta violentamente, soltándola del mismo modo. Al entrar, volvió a cerrarla detrás de sí. El joven albino, al observar la figura de su caballero yaciente sobre la puerta, posicionó en la cama el libro que momentos anteriores leía, para después levantarse de esta y acercarse a su contrario “¡Mi caballero!” Sonrió. Tan sólo terminó la oración, cuando de pronto, sintió como el caballero golpeaba su rostro, causándole un pequeño moretón, que aunque el golpe no poseía tanta fuerza, al no estar preparado, le recibió de lleno.- ¡¿En qué estabas pensando?! –Preguntó con ímpetu, del mismo modo que dirigía su mirada al joven ángel, quien yacía con una mano cubriendo la zona del moretón. “D-De qué hablas” Su voz poseía un tono abatatado, remarcando el miedo que sentía en aquellos instantes. Nunca antes se había sentido así, y menos con alguien a quien le había tomado la suficiente confianza.- No tengo por qué darte explicaciones ¡Sabes perfectamente lo que hiciste! ¿Por qué carajos dejaste en libertad al Chomp? ¡Sabías que está entrenado para matar a quien se le ponga enfrente y aun así lo soltaste! ¿Sabes cuántas personas inocentes murieron gracias a aquella idiotez? –Aquello lo destrozó. Quería romper en llanto, sin embargo, no se sentía capaz de realizarlo, y mucho menos frente a su contario. Sabía que había ejecutado una idiotez enorme. ¿Acaso no tomó en cuenta lo que se le había dicho semanas antes? No…su mente había quedado en blanco al divisar entre los árboles como un reducido grupo de Edotenienses se acercaba al castillo. En aquellos instantes llegó a su mente la idea de liberar al Chomp, otorgándole un reducido lapso de tiempo el cual gastaría al enfrentarse contra Josmar. Y así fue. Guerreros de diferentes zonas llegaron a luchar contra aquellos Edotenienses mientras el joven ángel recuperaba sus fuerzas…o al menos un poco de ellas. Ciertamente el soltar a aquel monstruo no fue una gran idea. Todo lo que se le dijo anteriormente era real, fue una estupidez por su parte el dejar en libertad a semejante bestia, quien seguramente, debía estar asesinando tanto a Edotenienses como a personas inocentes, que su único error fue entrometerse en el camino. “Yo…no” Antes de siquiera terminar la oración, de sus ojos color zafiro comenzaron a resbalar hacia sus mejillas lágrimas cristalinas, desatando su dolor interno. Aquellos actos dejaron en un pequeño shock al caballero, quien empezaba a apreciar como la culpabilidad invadía su pecho. Su ímpetu disminuyó, a tal punto de querer consolar al joven ángel….sin embargo, un sentimiento de nombre “orgullo” le hizo olvidar sus acciones. Abrió nuevamente la puerta, para después pronunciar poseyendo una mínima intensidad en su voz.- Lo siento…-Al terminar, cerró la puerta suavemente, dejando al joven Uirusu sumido en sus pensamientos y espesas lágrimas de sal. Fue muy cruel de su parte hacerle romper en llanto, y aún más sin darle la oportunidad de explicar su punto de vista y el por qué de sus acciones. Yacía caminando sin rumbo aparente por entre los pasillos, recordando la voz entrecortada del joven ángel. Prefirió salir a recorrer nuevamente los extensos jardines dignos del castillo. Y así fue. Suspiró al estar fuera, relajándose un poco. Tomó asiento sobre uno de los escalones que daban directo a la entrada del castillo, mirando como lentamente el sol se despedía de ellos, dejando paso a su más fiel compañera…la luna. Una fresca brisa causó que sus cabellos se alborotasen ligeramente, haciéndole sentir leves cosquilleos. Su mirada aperlada yacía dirigida al suelo, como si este fuese una obra de arte. La culpabilidad que sentía en aquellos instantes iba maximizándose con el paso de los segundos, que en la vista del caballero se asemejaban a horas, incluso días. Mientras que dentro del castillo, yacían en una habitación ambos hermanos. El joven ángel y el Okami. Este último mencionado, sanaba el brazo de su hermano a base de magia, mientras que su contrario le describía con lujo en los detalles la situación.- Entonces no te curaste el brazo porque te dio flojera…-Su hermano asintió.- Ay Martín, estás pero bien pendejo…-Suspiró con alivio. El ver a su hermano aún con vida a pesar de las adversidades, y por supuesto, su falta de experiencia en cuanto a la lucha le hacía sentirse orgulloso. Sería un doctor y un guerrero al a par, como si fuese una fantasía digna de un libro.- Por cierto…veo que tienes un moretón en el rostro ¿te lo hiciste durante los vapuleos de Josmar? –Ante aquellas palabras declamadas por su hermano, el joven albino quedó en shock. ¿Qué le respondería? Si actualmente el caballero y su hermano se llevaban aún peor que el agua y el aceite, si le respondía con la verdad ambos se matarían en aquellos mismos instantes. Sin embargo, al igual que su caballero, el joven Okami no caía tan fácilmente sobre las mentiras, por lo que ni el mejor actor de todo Mushroom podría hacerle creer en una de estas por más pequeña que fuese. “Emmm…bueno…es que…” Debía de contestar, y rápido. Sin embargo, tan sólo bastaron pocos segundos para que el ángel tomase finalmente su decisión definitiva…decir la verdad. “Bueno, como ya sabrás, solté al Chomp para darme el tiempo de derrocar a Josmar…pues eso molestó a mi caballero y pues…bueno, este moretón me lo causó él… ¡P-Por mi idiotez, claro está! “ De pronto, sintió como la magia digna de su hermano iba desapareciendo.- Qué te hizo ¡¿Qué?! –La furia del Okami había despertado. Sus ojos parecían abrillantarse con un rojo carmesí, en sus labios, se apreciaba como un pequeño colmillo blanquecino sobresalía de estos. “¡T-Te recuerdo que al ser mi poseedor tiene todo el derecho si es con justificación!” Intentaba calmarle con aquellas palabras, sin embargo, ocasionó todo lo contrario. Su furia persistía, dando la sensación de no abandonarle jamás.- ¡A mí me vale madres que sea tu poseedor y que chingados! ¡Pero no por eso tiene el derecho de pegarte! ¡Ese imbécil me las pagará! –Ante aquellas palabras pronunciadas, una furia momentánea apareció en el joven ángel, sorprendiendo a su contrario. “¡Claro que tiene el derecho! ¡Y si tú no estás de acuerdo, también me vale madres!” –Exclamó impetuoso, para acto seguido retirar su brazo bruscamente y salir de aquel lugar, cerrando la puerta del mismo modo.- Martín… ¡Martín! -Gritaba con desesperación, intentando llamar la atención de su hermano. Mientras que, el joven ángel, yacía corriendo en dirección a la puerta secundaria del castillo. Quería salir, sentir un poco de paz interior, desahogar sus sentimientos evitando reprimirlos por miedo al que dirá digno de aquella sociedad. Al salir, se dirigió con presteza a uno de sus diversos lugares favoritos en Mushroom, donde gustaba de leer en completo silencio, y en múltiples ocasiones, con el acompañamiento musical digno de algunas gotas líquidas. Por otra parte, su hermano junto al demonio azabache, se dirigían con presteza hacia la puerta principal, abriéndola de un fuerte golpe. Fuera de esta, yacía sentado sobre la escalera el joven caballero, quien fue tomado de un hombro con ímpetu.- ¡Haber cabrón! ¿Quién te dio el derecho de pegarle a mi hermano? –Reconocía aquella voz tan hartante, digna del joven azabache. Le miró con rencor, a la vez que contestaba del mismo modo. “Hizo una tontería, fue muy poco lo que le hice a comparación de lo que él causó” Esas palabras originaron que en la mente del joven Okami solo existiese la palabra “matar” - ¡Ni si quiera sabes cuales fueron sus intenciones! ¡No le dejaste decir ni una mísera palabra para poder explicarte el por qué de sus acciones, imbécil! –Aquello era cierto. Se sentía con un villano, el no permitirle explicar sus verdaderas intenciones, le consumía por dentro. Era una horrible sensación de culpabilidad que nunca en su vida había percibido. Ambos jóvenes yacían bajo el inmenso manto nocturno adornado por deslumbrantes estrellas.- ¿Vas a quedarte callado? –Su ímpetu parecía estar rehusándose a abandonarle. El caballero tragó saliva, ciertamente no tenía una respuesta lógica ante la pregunta antes formulada por el castaño. “Mira, asumiré mi error e…iré a buscarle” Al terminar su oración, el agarre en su brazo desapareció, lo cual causó que dirigiese su mirada aperlada hacia el más alto (when creías que eras el más alto pero estás bien chaparro alv xd).- Te acompañaré…no vaya a ser que haga una “estupidez” y termines matándole –Su contrario comenzaba a hostigarle. Sabía exactamente con qué propósito pronunció aquellas palabras. Aunque debía ser honesto consigo mismo. La única persona que realizó una estupidez fue él. Si realmente hubiese sido el joven albino, no existiría culpabilidad en su ser, ni mucho menos sufrimiento… ¿cierto? “Si…claro, ahora, dime por favor, un lugar en que Martín está continuamente” Claro, el orgulloso caballero no sentía correcta la posibilidad de quedarse atrás, por lo que decidió continuar la conversación del mismo modo en que Hikaru la comenzó. Sus miradas chocaban entre sí, como si tan sólo con estas pudiesen sentir la sangre chorreante de su contrario…sin embargo, debían tratar de calmarse y llevarse bien…tan sólo esta vez, después de todo, trabajan por el mismo propósito, el encontrar a Martín.- Bueno…últimamente pasa mucho tiempo en una cueva en la zona sur de Mushroom, dice que le encanta el ambiente y que es perfecto para leer con calma y no sé qué –Cruzó ambos brazos con enfado. Comenzaba a lamentarse de su “brillante idea” en acompañar al caballero, sin embargo, debía hacerlo…por su hermano y nadie más…sólo por él. Ante aquellas palabras dichas por el castaño, los ojos aperlados del caballero se abrieron con temor. “¿Y todavía lo dices tan tranquilo?” Le parecía increíble que se olvidase por completo del extremo peligro que corría el ángel al yacer en aquella cueva ubicada en la zona sur…donde seguramente, las batallas ya estuviesen estallando. El ambiente cubierto por sonidos de pasos metálicos, cañones activos, sangre chorreante que escurre sin vergüenza con dirección al suelo verdoso. El castaño miró con miedo a su contrario.- ¿La zona sur está…? –Este sólo asintió. El terror que sentía Hikaru en aquellos instantes era enorme, una sensación que nunca antes había percibido…era horrenda. Tomó con brusquedad el brazo del caballero, para después comenzar a correr en dirección a la cueva donde el ángel yacía.- ¡Debemos ir rápido! –La brusquedad del agarre fue tal, que los ropajes del caballero comenzaron a rasgarse. “¡O-Oye, espera!”…Su acompañante comenzó a tomarle el ritmo del mismo modo que intentaba aguantar el dolor en su brazo, que gracias a aquella fuerza, comenzó a manar sangre de este, sintiendo como las uñas del Okami se enterraban en su piel.
Holaaaaa mijistos ¡Ya vino la Yadira a chingar como cada semana :D! Si, si , ya sé, no tengo portada yaaaaa , más al rato se las traigo ;-; no tengo todo el pinche tiempo del mundo alv :´´vv(?
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